No nos preguntó nuestra opinión - 1 parte



Jesús creció y a la edad de unos 30 años (Lucas 3:23 usa la expresión “era como de 30 años”), se bautizó:
Mateo 3:13-17 "Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.
Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia".

Vaya humillación del Señor.
Según el libro “Comentario del contexto cultural de la Biblia” de Craig Keener, el bautismo era para los paganos que querían convertirse al judaísmo.
El Comentario Bíblico de William Barclay dice que Juan no fue el primero en bautizar gente, pero sí en bautizar judíos. Dice: “Era natural que fueran bautizados los prosélitos, que estaban manchados por el pecado y contaminados, pero ningún judío había concebido jamás que él, un miembro del pueblo elegido, un hijo de Abraham, seguro de la salvación de Dios, pudiera necesitar ser bautizado. El bautismo era para los pecadores”.

Antes del Nuevo Testamento los judíos llamaban a este acto de bautizar gentiles arrepentidos: tevilah. Primero los circuncidaban y luego los sumergían totalmente en agua, lo cual demostraba que ellos estaban muertos a sus viejas vidas.
Esto requirió, sin duda, humillación de parte de los judíos que se bautizaban con Juan el Bautista, ya que esto debió de ser ofensivo para muchos.
Frente a esta situación, Jesús, escoge humillarse y “cumplir con toda justicia” (Mateo 3:15).

Jesús, en su parte humana, podría pensar que al humillarse todos lo iban a menospreciar y no creerían en él. ¿Cómo el Mesías podía entrar también al Jordán a bautizarse?.
Nosotros seguro pensaríamos “¿Cómo voy a bautizarme delante de todos? Esto no es para mí. No es digno de un gran siervo de Dios. No me van a respetar”.
Pero mientras Jesús se humilla, Su Padre lo exalta diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

El Padre no preguntó nuestra opinión sobre Jesús: “¿Les parece que este hombre que se está bautizando en el Jordán puede ser el Mesías? ¿Cual es su opinión? ¿Piensan que podrá ser suficiente Salvador o envío a otro?”
¡NO!
El Padre dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).
Esto era suficiente para Jesús.
No lo que los demás pensaban de él. No quién decían qué era él.
Su identidad, quién era, qué era... lo determinaba Su Padre.
Podían seguirlo para hacerlo rey o buscar piedras para apedrearlo. Pero Su identidad la encontraba en Su Padre: Juan 6:10-15 (alimenta a una multitud de 5000 varones, mujeres y niños).
Lo querían hacer rey y se retiró “al monte solo” (Juan 6:15).
En los versículos siguientes cruza el mar hacia Capernaum y la multitud lo sigue.
Muchos de nosotros diríamos: “Uhhhh.... El ministerio está en su mejor momento. Gloria a Dios. Soy un maestro influyente y famoso”.

Jesús no se conmueve por esto:
Juan 6:25-27 "Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 
Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 
Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre".

Y luego les habla un mensaje que los superó:
Juan 6:53 "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros".

¿A judíos les habla de comer carne de hombre y beber sangre?
Y la reacción es inmediata:
Juan 6:59-67 "Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 
Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 
¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 
Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 
Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?"

Nosotros tal vez lo haríamos con prepotencia. Pero el Señor simplemente no se dejaba llevar por las opiniones o glorias de los hombres. Su identidad... quién era, qué era y su éxito... no lo determinaban los hombres... Sino Su Padre.
Podían buscarlo para hacerlo rey o abandonarlo.
El buscaba otra gloria (Juan 8:28,29; 8:48-59).


Luis Rodas


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