En Isaías 6 lo vemos rodeado de ángeles diciendo: “Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria”.
Todo el cielo adorando al “Rey”.
En su llegada a la tierra los hombres lo menosprecian de tal manera que “no había lugar” para él y apenas lo dejan nacer entre animales.
Un niño. Un minúsculo bebe frente a toda la inmensidad del universo.
¿Quién es este niño que antes de encarnarse era dueño de todo?:
Salmo 89:11"Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; El mundo y su plenitud, tú lo fundaste".
Pero ahora no tiene lugar para nacer más que un establo.
¿Quién es este niño que no necesita de absolutamente nada? (Hechos 17:24,25)
Pero llora a las puertas de Jerusalén (Lucas 19:41-44).
¿Quién es este niño que las Escrituras lo proclaman como “Admirable” y “Dios fuerte”?:
Isaías 9:6 "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz".
Pero vemos en Lucas 2:7 que se presenta como un niño que depende del constante y fiel cuidado de sus padres.
Jesús estuvo cansado (Juan 4:6) y él ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mateo 11:28); él tuvo hambre (Mateo 4:2), y él era “el pan de vida” (Juan 6:35); él tuvo sed (Juan 19:28), y él era el “agua de vida” (Juan 7:37); él estuvo en agonía (Lucas 22:44), y curó toda clase de enfermedades y alivió todo dolor (Mateo 4:23,24). Aunque había existido desde la eternidad (Juan 8:58), él creció en edad como crecen todos los hombres (Lucas 2:40). Sufrió la tentación (Mateo 4:1), y, como Dios, no podía ser tentado (Santiago 1:13). Se limitó a si mismo en su conocimiento (Lucas 2:52), aun cuando él era la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24).
Lloró ante la tumba de Lázaro (Juan 11:35), y resucitó a los muertos (Juan 11:43). Cuando estaba en la cruz exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34), pero el mismo Dios quien clamó así estaba en aquel momento “en Cristo reconciliando al mundo a sí” (2 Corintios 5:19). El es la vida eterna; sin embargo, murió por nosotros.
¿Quién es este niño que nace en ese pesebre?
¿Cuan peligroso puede ser este niño? ¿Para qué manda Herodes a matar a todos los niños menores de 2 años (Mateo 2:13-18)?
¿Quién es este niño?
Antes de encarnarse para él era humillarse simplemente el mirar a la tierra (Salmo 113:5,6).
¿Ahora no solo se hace hombre sino que se humilla como el más bajo de ellos?
El Salmo 47:2 dice que él es “Rey grande sobre toda la tierra”.
¿No tiene otra forma más gloriosa y llena de esplendor este “Rey” de darse a conocer a los hombres?
Este niño que no tiene un lugar para nacer es ni más ni menos que el Dios Inescrutable que enloquece a los supuestos sabios (1 Corintios 1:18-21).
El Dios inconmensurable que avergüenza a los que se creen grandes y fuertes: 1 Corintios 1:26-29
Es el Dios que es capaz de humillarse a sí mismo a un grado completamente incomprensible (Filipenses 2:8) y luego decirnos “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (Juan 13:14).
Es el Dios que nos dejó ejemplo con su humillación y nos abrió camino al Padre en su exaltación.
Es el Dios que con su humillación, como profetizó María, “quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes” (Lucas 1:52).
El es Jesús. Dios que se humilló y dejó su “trono alto y sublime” para nacer en un comedero de animales.
Gloria al Dios Incomparable. El Dios Altísimo. El Rey, Jehová de los ejércitos.
Luis Rodas
.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario