"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”
(Efesios 6:10).
El mandato es claro: “fortaleceos”.
En Hechos 9:22 encontramos la misma palabra griega original (“endunamóo”), relatando que cuanto más perseguían a Pablo en la ciudad de Damasco, “mucho más se esforzaba”.
En castellano, a simple vista, no parece ser lo mismo “fortalecerse” que “esforzarse”. Lo primero es adquirir o renovar fuerzas, lo segundo es proseguir a la meta poniendo más animo o valor.
Sin embargo, vemos en el Nuevo Testamento que la misma palabra griega es traducida por un lado como “fortaleceos”, y por otro lado como “se esforzaba”.
¿Por qué?
Porque en el pensamiento bíblico “esforzarse” incluye a Dios.
La palabra griega aquí está en “presente de imperativo en voz pasiva” (A.T. Robertson - “CTGNT”. Pag. 510). Esto nos habla de un recibir fuerzas de una fuente externa constantemente.
El creyente no cuenta sólo con sus propias fuerzas. El avanza ante toda oposición adquiriendo fuerzas extras de Dios.
Así, las dos ideas se unen en una sola. El creyente se esfuerza en sus batallas hasta la victoria, sin detenerse, porque se fortalece todo el tiempo en la fuente inagotable y todopoderosa: Dios.
Pablo, más tarde, preso en Roma a punto de morir decapitado, en medio de todas las aflicciones, le escribe algo muy similar a Timoteo: “Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1).
Aquí utiliza la misma raíz de la palabra griega: “endunamóo”. Y nos muestra que los principios básicos no han cambiado en absoluto desde la época donde Israel tenía que entrar a la tierra prometida. Moisés había muerto, y ahora Josué dirigía la misión. Y Dios le hace una advertencia vital. Ellos entrarían en combate con naciones paganas. Por lo que en Josué 1:6 Dios le dice: “Esfuérzate”. Y en el versículo siguiente: “Solamente esfuérzate”. Y dos versículos después: “Mira que te mando que te esfuerces”.
La repetición no era gratuita. Entrarían en guerra. Y no sólo pelearían con ejércitos extranjeros. Pelearían con pecados dentro del mismo pueblo (Josué 7), con sus propios miedos (Josué 1:9), con su tendencia autosuficiente (Josué 9:4-14), y con la influencia idólatra de las otras naciones (Josué 24:14,15).
¡Así, de la misma manera, nosotros hoy peleamos contra nuestra carne, el mundo y decididos poderes espirituales enemigos!
La necesidad para semejante combate está clara: es vital entender que habrá gran oposición y que esto requerirá actitudes de esfuerzo constantes, prosiguiendo, luchando, persistiendo. Y esto, adquiriendo todo el tiempo fuerzas extras en Dios.
Todo lo que emprendes como cristiano: matrimonio, el guiar a tus hijos en el Señor, servicio a Cristo, tu trabajo, hábito de oración y lectura de la Palabra, tu conducta diaria, etc… ¡todo!… todo enfrenta plena oposición… ¡Sin excepción!…
De la única forma en que lograrás avanzar será:
1- entender que el cristiano no es llamado a cruzarse de brazos y esperar que las cosas sucedan sin esfuerzo (1 Corintios 16:13).
2- tendrás que luchar con toda determinación en cada área HASTA llegar a esa meta.
3- sólo podrás obedeciendo el mandato de Efesios 6:10: "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”.
Como David, en cierto momento de su vida todo estaba en su contra, todo parecía justo al revés. Pero 1 Samuel 30:6 relata: “mas David se fortaleció en Jehová su Dios”.
¿Y saben qué? Si leen el resto del relato, lo verán: venció.
¿Nosotros? ¡Tenemos el mismo Dios!
Serie “Levántate y pelea” (basada en Efesios 6:10-20).
Luis Rodas
.
0 comentarios:
Publicar un comentario