Perdonar es salud espiritual




Caminar por este mundo es enfrentar todo el tiempo posibles golpes emocionales. Cosas que suceden como no lo esperábamos, alguien que dice lo que nunca tendría que haber dicho, un jefe que decide descargar sobre nosotros en apenas 8 horas de trabajo su enojo acumulado en todo el año, una esposa/un esposo, algún hermano que nos defrauda, y la lista puede ser interminable.
Las situaciones se van acumulando en el corazón junto con todas aquellas del pasado como una montaña de basura maloliente.
De pronto, como venido de la nada, el olor nauseabundo se hace perceptible. Dices algo, una queja amarga, un enojo que más que enojo es una explosión de ira desproporcionada comparándolo con el hecho en sí… Algo… Algo hace saltar la alarma… ¿Qué pasa?
Es pus brotando de una parte del cuerpo sacando a luz una infección que debe atenderse a tiempo.

Sí, caminar por este mundo es enfrentar todo el tiempo posibles golpes emocionales. ¡Es inevitable!. Pero no revisar continuamente el corazón buscando solucionar y sanar, es… fatal…
Por eso el proverbio lo coloca en escala de primordial (Proverbios 4:23).

Necesitamos inspeccionar nuestra perspectiva sobre las personas que nos rodean, y aún sobre aquellos que ya no nos rodean pero pueden haber dejado huellas infecciosas.
Inspeccionar y perdonar es la tarea. No hay otra forma de salud espiritual.
Jesús dejó claro que aún no podemos ni orar al estar contaminados con la falta de perdón (Marcos 11:24-26), por lo tanto nos dejó esta clave vital: “Perdonad si tenéis algo contra alguno”.
Tú no puedes cambiar lo que otros hacen. Pero sí cómo eso te afecta a ti.
El otro decide por sí mismo. Tú decide por ti.

No sólo es obediencia a nuestro Señor. Perdonar es salud espiritual.


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