Si me esfuerzo por hablar bien




La contaminación en nuestro corazón empieza a brotar como un volcán de veneno.
Y al hablarlo peor se contamina el corazón. Proverbios 18:20,21 afirma:
"Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre;
se saciará del producto de sus labios.
La muerte y la vida están en poder de la lengua,
y el que la ama comerá de sus frutos".

La Palabra de Dios habla claramente de que nuestra boca no sólo puede bendecir o maldecir a otros. Sino que debemos tener cuidado también porque lo que hablamos da un fruto en nuestro corazón.
“Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre;
se saciará del producto de sus labios” (18:20).
Cuantas veces vamos hablando y nos vamos poniendo peor y peor: “bla, bla, bla…” y el corazón se va envenenando más y más.

Por el contrario si me esfuerzo por hablar bien de otros mi corazón no sólo se guarda del orgullo y resentimiento, por ejemplo, sino que también mi corazón recibe una influencia de amar a esa persona.

Mi corazón influencia directamente a mi boca. Pero cuando encuentro, por ejemplo, que mi corazón se ha ensuciado con amargura hacia algún hermano, hago un esfuerzo consciente de perdonar, amar, ser paciente y misericordioso, y elijo orar por ese hermano, y hablar algo bueno: “El tiene otros puntos muy buenos de los que yo puedo aprender”. “Estoy muy agradecido a él por otros momentos en los que me ayudó”, etc, etc...


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