Conversaciones que nunca deberíamos haber tenido





Proverbios 18:21 afirma: “La muerte y la vida están en poder de la lengua”.
Ahí encontramos un “poder”. El “poder de la lengua”. Con ella podemos hacer mucho daño, podemos hacer que otros al ser expuestos a nuestra lengua maduren en su relación con Dios, podemos predicar el evangelio y que otros pasen de muerte a vida (1 Corintios 1:21), podemos hacer que los dichos de nuestra boca sean agradables a Dios y caminar con EL íntimamente (Salmo 18:14) y podemos hablar de tal manera que nos llenemos de basura estorbando nuestra comunión intima con Dios.
“La muerte y la vida están en poder de la lengua”.

Y el mismo versículo continúa: “Y el que la ama comerá de sus frutos”.
¿Ama qué?
El que ama la lengua.
¿A qué se refiere?
El que trata con cuidado este miembro del cuerpo tan importante, “comerá de sus frutos”. Sacará buenos beneficios de este miembro tan decisivo para nuestra vida.
Algo similar encontramos en Proverbios 12:13: "El impío es enredado en la prevaricación de sus labios".
El “impío” queda enredado en las cuerdas dañinas que él mismo se fabricó con su boca. Pero el versículo agrega: “Mas el justo saldrá de la tribulación”. El es sabio y prefiere hacerse a un lado y no enredarse en conversaciones corrompidas.
¿Notan el contraste?
Es el impío el que se enreda en la prevaricación de sus labios.
Cuantas personas del mundo se hacen daño con lo que hablan.
Salmo 64:8 asegura: “Sus propias lenguas los harán caer”.

Tristemente a veces descuidamos esto y terminamos actuando como el mundo. Contaminando nuestro corazón diariamente en conversaciones... que simplemente nunca deberíamos haber tenido.



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