Se ha vuelto popular hoy en día la idea de que los errores capacitan más a un líder. Un hombre que ha pecado y se ve a sí mismo muy defectuoso, será más usado por Dios.
Esto se ha hecho tan común de oír que parece innegable.
Pero llamativamente las Escrituras presentan otra cosa.
Pablo le escribe a Timoteo las características que debe buscar en aquellos que ejercerán el pastorado y el diaconado en 1 Timoteo 3:1-13.
Allí, contrariamente, habla de un carácter piadoso. Se refiere a personas "irreprensibles" (1 Timoteo 3:2,10). Hermanos que en la actualidad son ejemplo de conducta para el resto de la congregación.
El pastor John MacArthur dice al respecto:
"El enfoque centrado en el hombre de la religión moderna ha producido la idea errónea de que el cometer la peor clase de pecados hace que la persona pueda ser más eficaz para ministrar a los pecadores. Las implicaciones de una filosofía como esa son espantosas.
Nuestro modelo para el ministerio es el impecable Hijo de Dios. La Iglesia está llamada a ser como EL y sus líderes deben ser nuestros modelos de semejanza a Cristo.
Los cristianos conservadores se pasaron la mayor parte del siglo XX efocados en la batalla de la pureza doctrinal. Y eso es bueno. Pero estamos perdiendo la batalla de la pureza moral".
("El Plan del Señor para la Iglesia". Pag. 267).
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