ABUNDANTE MISERICORDIA
“Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa” (Salmo 5:7)
Thomas Manton (1620-1677):
“Podemos mencionar otras cosas como razones, pero no podemos dar el porqué de su amor. Dios mostró Su sabiduría, poder, justicia y santidad en nuestra redención por medio de Cristo.
Si preguntamos por qué dio tanta importancia a una criatura que no tiene ningún valor, creada al principio del polvo de la tierra, para luego caer en la deshonra y no poder serle de ninguna utilidad, tenemos aquí la respuesta: porque nos amó.
Si continuamos y preguntamos: 'Pero, ¿por qué nos amó?’. No tenemos otra respuesta más que: 'Porque nos amó’. Porque no podemos ir más allá del origen de las cosas.
Y Moisés expresa la misma razón: 'No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó' (Deuteronomio 7:7-8). Es decir, en pocas palabras: 'Te amó porque te amó'. Nuestro Señor Jesucristo dio la misma razón: 'Sí, Padre, porque así te agradó' (Mateo 11:26).
Todo procedió de su misericordia gratuita y no merecida; y más allá de esto es inútil que vayamos en busca del porqué de lo que hizo para nuestra salvación.
Somos totalmente indignos de que el Hijo de Dios se encarnara y muriera por nosotros. El Apóstol bien lo recalca:
'Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo;
con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros'
(Romanos 5:7-8).
Sería raro que alguien muriera por otro, por más bueno y justo que supuestamente fuera. En cambio, la expresión de misericordia fue infinitamente superior a la que cualquier hombre ha demostrado, por más amistoso que hubiera sido.
No había nada en el objeto que lo impulsara a hacerlo, porque no somos ni buenos ni justos, sino impíos.
Sin tener en cuenta que no hay ningún mérito en nosotros, porque todos estamos en un estado de condenación, envió a su Hijo a morir por nosotros y librarnos de la muerte eterna, y hacernos partícipes de la vida eterna. Dios de tal manera nos amó cuando habíamos pecado y nos habíamos arrojado conscientemente a un estado de condenación"
("The Complete Works of” Vol. 2 - Sermon XVI).
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