Puedes leer los anteriores artículos aquí:
1- La crítica personal
2- Las tentaciones cuando llega la crítica
Hace algunos años, haciendo un estudio de Proverbios, me sorprendí al descubrir que el madurar en sabiduría es muchas veces fruto de la corrección (ver Proverbios 9:8, 19:25, 29:15). Recuerdo haber pensado “De seguro que es posible aprender sabiduría sin necesidad de la corrección y la crítica.”
Aparentemente no.
En su comentario sobre Proverbios, Derek Kidner escribe que “la compañera frecuente de la sabiduría es la corrección” [Derek Kidner, Proverbios (IVP, 1981), 36]. Ahora esa frase está bien fija en mi cabeza. Si quieres que la sabiduría frecuente tu vida, te darás cuenta de que ella no viaja sola.
Si pudiéramos madurar en sabiduría sin la necesidad de corrección (y ¡cómo desearía que así fuera!) yo ya habría descubierto una forma de hacerlo y, probablemente, escrito un libro que fuera éxito de ventas explicando cómo hacerlo. Pero no es así como funciona. No podemos separar la madurez en sabiduría de la crítica, la corrección y la reprensión.
Anhelo de corrección
Dado que Dios a menudo usa la crítica de otros para revelar los ídolos de nuestro corazón y acelerar nuestro crecimiento en humildad, los pastores deberían anhelar recibir críticas. Yo debería anhelar más la corrección, pero por lo general no lo hago. Y no es ningún misterio por qué no hay más anhelo en mí de recibir la crítica: Soy un hombre orgulloso.
Pero Proverbios nos enseña que el hombre sabio ama la corrección:
"No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;
Corrige al sabio, y te amará" (Proverbios 9:8).
El escarnecedor enseguida desechará la crítica y odiará al que critica. Por otra parte, el hombre sabio abrazará la crítica y amará al que critica. Sobre este pasaje, el comentarista John Kitchen explica a qué se refiere con “amar” la reprensión:
“Cuando confrontes, expongas y juzgues al hombre sabio con tu reprensión, él te ‘amará’. Esto no necesariamente se refiere a rebozar en emociones positivas, sino que tiene más que ver con aceptar, abrazar y aprender de la verdad, una vez que le ha sido presentada. De hecho, lo más probable es que la reprensión intranquilice las emociones y haga a uno sentirse incómodo, pero el sabio escuchará la verdad y reconocerá en ella el don de la vida de Dios.” [John A. Kitchen, Proverbios (Christian Focus, 2006), 206].
La crítica puede ser un don para el que la recibe. Incluso cómo un hombre responde a la corrección es una de las más claras distinciones que da Proverbios entre el necio y el sabio:
* El necio necesita desesperadamente la corrección, pero se niega a buscarla o recibirla. El sabio necesita corrección menos que el necio, pero la busca y la anhela.
Anhelar y recibir la corrección es un medio para alcanzar la sabiduría. El sabio sabe que el necio la deshecha. Eso es lo que convierte al sabio en sabio y al necio en necio. El hombre sabio ve potencial en la crítica, el potencial para el crecimiento en humildad y sabiduría.
El desafío
De algo estoy convencido: Si valoro la sabiduría, esto será evidente en mi búsqueda de y en mi respuesta a, la corrección. Pero si yo no anhelo la crítica, busco la corrección y recibo la reprimenda, entonces no valoro la sabiduría.
Lo que es fácil:
* Es fácil para mí desear la sabiduría. Es fácil para mí profesar amor hacia la sabiduría. Es fácil para mí decir: “Quiero ser más sabio.”Es fácil para mí orar diciendo: “Señor, dame sabiduría.”
Pero, esto es lo difícil:
* Es difícil responder con humildad a la crítica.
Para esto necesito la gracia santificadora de Dios.
Habiendo sido humillado por el Evangelio, quiero con humildad recibir la corrección y buscarla.
Quiero ser el sabio, no el necio.
Extraído de "Descubriendo el Evangelio" traducido por Makarena Vives
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