"El que no calumnia con su lengua"
(Salmo 15:3)
Ayer estudiamos que la palabra traducida aquí como "calumnia" habla de: “espiar, ser chismoso, calumnia” (Diccionario Brown-Driver-Briggs).
Para caminar en comunión íntima con Dios debemos tener muy presentes palabra como las que se afirman en Proverbios 13:2,3:
"Del fruto de su boca el hombre comerá el bien; mas el alma de los prevaricadores hallará el mal. El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad".
Para esto NO podemos hablar sin pensar antes. ¡ESTO ES VITAL!: Proverbios 15:28 nos enseña: "El corazón del justo piensa para responder".
Por esto nos manda Santiago 1:19: “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar”.
Cuantas veces en el matrimonio, por ejemplo, ni oímos al otro y ya nos lanzamos enojados a responder como si fuera un juicio, en vez de buscar entender qué es lo que nuestra esposa/o nos quiere decir.
Cuanta razón encontramos en Proverbios 18:13:
“Precipitarse a responder antes de escuchar los hechos es a la vez necio y vergonzoso” (NTV).
Y llega un momento que en vez de conversaciones para llegar a una conclusión de Dios, se transforman en conversaciones de locos, donde quién sube más la intensidad de la discusión cree que gana. Y allí se pone en práctica el dicho: "lo mejor de ganar es que el otro pierde".
El consejo bíblico es: sé sabio y baja la intensidad de la discusión hasta volver a llevar la situación a lo que es: un medio para madurar y mejorar como matrimonio y como hijos de Dios.
Por lo que lo mejor es calmarse y hablar palabras de paz (Proverbios 15:1).
"El que refrena sus labios es prudente" (Proverbios 10:19).
El refrenar la lengua es tan importante que la Palabra de Dios lo considera la gran diferencia entre un caminar con Cristo verdadero y un engaño del corazón (Santiago 1:26).
Oremos como David: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová;
guarda la puerta de mis labios” (Salmo 141:3).
Y como en el Salmo 19:14: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti”.
Acércate a Dios para limpiar tu corazón y camina con EL mientras trabajas, estudias, desarrollas los quehaceres de la casa, hablando delante de Dios. Que tu boca también adore a Dios, y que seas para los demás “grato olor de Cristo” (2 Corintios 2:15).
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