"Estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús" (Juan 1:35-37).
Juan el Bautista en poco tiempo se había convertido en un maestro con un buen grupo de discípulos (Lucas 7:18). Pero él lejos de querer aferrarse a eso, hace algo llamativo: les recomienda a un Maestro superior.
Craig Keener explica:
"Era raro que se recomendara a los discípulos que fueran tras un maestro más grande; esto requería gran humildad" ("Bible Background Commentary: New Testament").
El resultado de este comentario de Juan se deja ver muy rápido: los dos discípulos que lo oyen se van detrás de Jesús.
Pronto le hacen ver a Juan el Bautista que "está haciendo mal las cosas". La competencia va a llevar a la bancarrota su ministerio: "mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él" (Juan 3:26).
Dicho de otro: "tú mismo le hiciste promoción a ese otro maestro y ahora hace lo mismo que tú, y se está llevando toda tu gente".
Juan responde con total paz que ellos no entienden que justamente esa es toda su intención: "es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" (Juan 3:30).
¿Esta es toda nuestra intención?
¿De verdad?
Todos determinamos vivir la vida para algo. Puede ser un vicio, algún placer, la comodidad, los beneficios de una profesión, criar hijos, la sexualidad, Dios y la recompensa eterna, el deporte, etc, etc...
¿Eres intencional con tu vida y estás edificándola para que señale a Aquel que es superior?
¿Esta es toda nuestra intención?
Luis Rodas
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