LOS GIROS DE LA MANO DE DIOS. Primeros pensamientos del día.


“Cantaré a Jehová,
porque me ha hecho bien” (Salmo 13:6)

Si lees este salmo entero, encontrarás a David en aflicción. Su enemigo estaba siendo “enaltecido” sobre él, y esto lo conducía a la lucha directa con la tristeza y la duda (13:2).
Pero al concluir el salmo trae palabras llenas de sensatez y sabiduría. Más allá de lo que su carne percibiera de todo eso, en realidad un día la conclusión sería una: “Jehová… me ha hecho bien”.

A nuestro pobre entender un Dios que nos hace bien, es alguien que nos evita el sufrimiento.
Al entender eterno y sabio, Dios nos hace bien tanto con la aflicción como en la liberación de la aflicción (Romanos 8:28).
En la aflicción somos disciplinados “para lo que nos es provechoso” (Hebreos 12:10), y en la liberación de la aflicción vemos Su obra poderosa y misericordiosa por nosotros (Salmo 77:14,15).

John Bunyan (1628-1688):
“Las aflicciones son mejores que el pecado, y si Dios envía lo uno para limpiarnos de lo otro, agradezcámosle y no nos resintamos con el medio que EL use.
Te pido que no te ofendas con Dios ni con los hombres.
Que no te ofendas con Dios porque EL no hace nada si no es por una causa.
Y que no te ofendas con los hombres, porque ellos están en las manos de Dios, y lo quieran así o no, ellos son siervos de Dios para tu bien.

Como en los tiempos de Jeremías, donde los babilonios llevan cautivos al rey de Judá y a su pueblo, pero Dios le muestra a Jeremías una cesta que tenía higos buenos, y le dice: ‘Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, PARA BIEN’ (Jeremías 24:5).

Por tanto, toma lo que viene a ti de parte de Dios a través de otras personas, con gratitud.
Si el mensajero que trae esto se alegra en hacerte daño y afligirte, si él disfruta tu calamidad; lamentate por él, apiádate de él, y ora por él a tu Padre. Su ignorancia no le permite entender el juicio de tu Dios.
Cuando la providencia de Dios muestra su lado difícil de aceptar, en realidad no hay nada que luego no veamos como precioso y necesario.
¿Acaso no podemos ver la sabiduría, poder y bondad de Dios en aquellos truenos, relámpagos, tormentas, oscuridad y tempestades?. El profeta Nahum afirma: ‘Jehová marcha en la tempestad y el torbellino’ (Nahum 1:3).

Es en los días de aflicciones donde nos volvemos más aptos de tomar las medidas más acertadas de como somos realmente.
Tenemos la tendencia, en los días de calma, a tener un alto y fuerte concepto de nosotros mismos.
La boca de Gaal (Jueces 9) y los alardes de Pedro eran enormes, hasta que la prueba llegó y sus ideas de ellos mismos descendieron muy por debajo de lo que imaginaban.
En la prueba encontramos quienes somos realmente, ¿acaso no hay mucho bien en esto?. ¿Cuantas ramas de orgullo y soberbia son cortadas en ese momento?.
¿No es en tales días donde somos guiados a humillarnos e inclinarnos ante Dios por nuestras faltas cometidas en los tiempos de calma?.
Cuan fría se vuelve nuestra piedad sin esos giros de la mano de Dios sobre nosotros.
Estaríamos dominados por nuestra naturaleza carnal si no fuera por esos inviernos.
Se dice que en algunos países, los árboles crecen, pero sin fruto, porque allí no hay invierno"
(“Seasonable Counsel”).






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