“Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed” (Juan 4:13).
Como ya vimos en algunos devocionales atrás, Jesús en este capítulo 4 hace uso de varias metáforas.
El se encuentra en Samaria con una mujer que convivía con un hombre que no era su esposo. Y no sólo va a enseñarle a ella a través de una analogía, sino que nos va a dejar a todos nosotros, que leemos esta historia a lo largo de los siglos, una profunda lección.
Esta mujer samaritana había recorrido un largo camino de búsquedas incesantes a través de "cinco maridos" y ahora conviviendo con un hombre sin casarse (4:18). Nadie participa de semejantes cambios en su vida si no sufre de profunda y desesperante sed.
Jesús no se acercaba a ella por casualidad. EL desde sus primeras palabras comienza a inclinar la conversación hacia el tema a tratar: el problema de su vida es que está buscando saciar sus necesidades básicas en fuentes incapaces (4:6-10).
Ella ha ido de hombre en hombre buscando saciar lo que ellos nunca podrían saciar.
¡Ese muchas veces es nuestro error también!
Buscamos en actividades, profesiones, reconocimiento de las personas, matrimonios, relaciones, comodidad, cosas materiales, hobbies, ministerios, etc…. lo que solo…. y leamos con eficacia esta palabra: SOLO... la "fuente de agua" puede darnos.
Tristemente debemos reconocer que muchas veces solemos alejarnos de esta fuente gloriosa y siempre desbordante y volvemos, al igual que el mundo, a buscar saciar nuestra sed en aquella "agua (con la que siempre) volvemos a tener sed" (4:13).
Un consejo para ti y para mí: no te resientas con las personas que te rodean. Ellos no pueden darte lo que sólo Dios puede.
La mayoría de las frustraciones, desencantos, decepciones y rencores en las relaciones es porque olvidamos esto.
Luis Rodas
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