“Conforme a tu fidelidad me afligiste” (Salmo 119:75)
Henry Martyn (1782-1812): fue un misionero en la India y Persia. El luchó por años con la tuberculosis hasta que finalmente murió en el campo misionero y fue enterrado en un lugar desconocido.
En medio de sus batallas con el dolor y la fiebre muy alta, escribió:
"Un peregrino siempre estará más a la espera del final de su viaje cuando las posadas y carreteras son malas e incómodas.
Las aflicciones no vienen de la nada… provienen de la mano de Aquel que no envía nada si no es realmente necesario.
Sin duda cuando EL nos disciplina es fruto de Su amorosa misericordia.
Mi estado débil me hace sentir tan vulnerable ahora como el soldado que a cada lado han caído sus compañeros. Oh… pueda esto postrar mi orgullo y mis pecados…
¡Pueda yo vivir como hombre moribundo!…
Mi mayor temor en éste momento es decir, a causa del delirio por la fiebre alta, algo que deshonre a mi Dios. He oído hablar de algunas personas que han hecho esto. Esto me aterra…
Mi único deseo, si mi corazón no me ha engañado, ha sido hacer su voluntad, y dedicarme por entero a su honra y gloria. Seré feliz donde quiera que esté, si puedo asegurarme que le estoy sirviendo en el camino en el que EL me ordenó caminar.
Que el amor de Jesús pueda asistirme, y Su mano derecha me lleve a través de los peligros que se me presenten.
Llega un punto donde ya quiero ir de la cama a la gloria. Vivir para siempre para la gloria de mi Dios”.
Ya en su lecho de muerte, en su último momento, le dijo a quienes lo acompañaban:
"Mírenme, mírenme… el más vil de los pecadores, pero salvado por Su gracia. Es sorprendente que alguien como yo pueda ser salvo.
Cuando miro a la corrupción y a la debilidad de mi propio corazón, tiemblo; cuando contemplo Su poder y habilidad de salvar hasta al más pequeño, me alegro".
Una persona le dijo: "los brazos eternos están sosteniéndote". Y él respondió con gozo: "Lo sé. Siempre he sentido que eso es suficiente para mí”.
(“Journals and Letters”)
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