“Ordena mis pasos con tu Palabra,
y ninguna iniquidad se enseñoree de mí” (Salmo 119:133)
Isaac Ambrose (1604-1664):
“El más poderoso enemigo que el príncipe de las tinieblas emplea contra nosotros es nuestra carne.
Otros instrumentos sólo pueden trabajar sobre nosotros, pero éste obra dentro nuestro y está siempre con nosotros.
Con el término ‘carne’ la Biblia se refiere a nuestra naturaleza corrupta, la cual siempre está propensa a pecar y lista para involucrarse en todas las tentaciones que prometen gratificar los deseos de la carne.
Este enemigo es llamado 'el viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos’ (Efesios 4:22); ‘la ley en mis miembros’ (Romanos 7:23) y ‘los deseos carnales que batallan contra el alma’ (1 Pedro 2:11).
Como Satanás es el padre del pecado, nuestra carne es una especie de madre, la cual, luego de recibir las tentaciones del diablo en su vientre fecundado, concibe y da a luz hijos en abundancia, y los nutre.
Podemos imaginar que escuchamos a la carne, como el principal agente de Satanás, hablándole al alma con este tipo de pensamientos: ‘¿Qué es todo esto? ¿Qué estás haciendo con Cristo mi enemigo? ¿Piensas que es bueno que estos pensamientos piadosos habiten junto a mí? ¿No he nacido y me criado contigo? Siempre he estado junto a ti. ¿Y tú estás recibiendo todo eso que me va a terminar destruyendo?. Debes de saber que la carnalidad y la espiritualidad no pueden permanecer en la misma alma. Si el espíritu vive, yo muero; si el espíritu prospera, yo perezco. ¿No he estado siempre dándote buenos placeres?. ¿No he cuidado siempre de satisfacerte?. Y ahora, me das la espalda. ¿A tu amigo más fiel?’.
Si te decides a pararte firme por Cristo, Satanás enviará legiones de deseos para contrarrestar cualquier pensamiento piadoso en el que te atrevas a confiar y encontrar deleite y gozo.
Enviará todos esos agentes que emplea para pelear contra el alma:
- hombres impíos
- un mundo de maldad
- una carne pecaminosa"
(“The Christian Warrior”).
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