Los discípulos habían aprendido de Jesús a descansar plenamente en Dios para su sustento diario (Mateo 6:24-34) y para sus misiones evangelísticas.
Mateo 10:5-10 (los 12); Lucas 10:1-8 (los 70).
Y con Jesús habían vivido lejos de las comodidades de las riquezas (Mateo 8:20).
Jesús no tenía para pagar los impuestos para el mantenimiento del templo (dos dracmas equivalían a dos días de trabajo, Mateo 17:24-27).
Es interesante ver que de esta misma manera vivían Pedro y Juan Hechos 3:3-6.
Alguien dijo una vez: “Gracias a Dios ya no decimos ‘ni plata ni oro tengo’”. Y otro le respondió: “Ni tampoco decimos ‘levántate y anda’.”
Esta renuncia de las posesiones en la primera Iglesia no era para enriquecer a algunos ni bajo la promesa de que Dios les daría 100 veces más (como muchos abusan hoy en día).
Sino como forma de seguir a Jesús y para que a nadie le falte nada (Hechos 2:45; Hechos 4:34).
“Yo no deseo ser un rey. No anhelo ser rico. Rechazo toda posición militar. Detesto la fornicación. No soy llevado por un amor insaciable de ganancias. No compito por una corona. Estoy libre de una sed excesiva por la fama. Desprecio la muerte. (...) ¡Mueran al mundo, repudiando la locura que hay en él! ¡Vivan para Dios!” (Tatiano -160 d.C.).
Socialmente
Esta renuncia de los bienes no solamente significaba salir de la comodidad y egoísmo personal, sino también una humillación social.
En una sociedad como la judía de aquella época ser rico era confirmación segura de que alguien estaba bajo la bendición de Dios y el pobre bajo la maldición de Dios (como muchos codiciosos predican hoy en día).
“Los ricos eran considerados como los predilectos de Dios” (“Biblia de Estudio MacArthur”. Pag. 1398).
“La riqueza era tenida como una demostración clara de la aprobación divina... era comúnmente aceptado que los ricos eran los candidatos al cielo” (“Biblia de Estudio MacArthur”. Pag. 1283).
“Los judíos creían que por medio de las limosnas un hombre podía asegurarse la salvación (como aparece en el Talmud), de manera que mientras más rico se fuera muchas más limosnas podría dar, muchos más sacrificios y ofrendas para ofrecer para así comprar la redención” (“Biblia de Estudio MacArthur”. Pag. 1335).
Es interesante que Jesús viendo como ofrendaban enseñó todo lo contrario con las “dos blancas” de la viuda pobre (Lucas 21:2 - “esta viuda pobre echó más que todos”).
De manera que un cristiano no solo afrontaba el rechazo por creer en Jesús, sino que también el menosprecio por no tener posesiones.
Su misión era dar testimonio del Señor delante de gente que había pedido enfurecida la muerte de Jesús.
A esto hay que sumarle que delante de los romanos enseguida comenzaron a ser mal vistos.
Las autoridades civiles, y el pueblo mismo, se mostraron muy pronto hostiles hacia la nueva “religión”.
Enseguida los cristianos fueron acusados de deslealtad hacia la patria, de ateísmo, de odio al género humano, de crímenes ocultos, como el incesto, el infanticidio y el canibalismo ritual; de ser los causantes de las calamidades naturales como la peste, las inundaciones, terremotos, los problemas económicos del pueblo, etc.
La religión cristiana fue declarada: strana et illícita, extraña e ilícita (decreto senatorial del año 35), exitialis, perniciosa (Tácito), prava et immódica, malvada y desenfrenada (Plinio), nova et maléfica,nueva y maléfica (Suetonio), tenebrosa et lucífuga, tenebrosa y enemiga de la luz (del Octavius de Minucio), detestábilis, detestable (Tácito); por eso fue excluida de la legalidad y perseguida.
Luis Rodas
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¿Qué significaba ser cristiano para ellos?
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