¿Qué significaba ser cristiano para ellos? La primera Iglesia 3ª parte



Peregrinos
David Bercot: “Los primeros cristianos se gobernaban por fundamentos y valores muy distintos de sus vecinos. Rechazaron las diversiones del mundo, su honor, y sus riquezas. Ya pertenecían a otro reino, y escuchaban la voz de otro Señor.

La obra de un autor desconocido, escrito alrededor del 130, describe a los cristianos de la siguiente manera:
‘Viven en sus distintos países, pero siempre como peregrinos... Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan sus días en el mundo, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen las leyes civiles, pero a la vez, sus vidas superan a esas leyes. Ellos aman a todos los hombres, mas son perseguidos por todos. Son desconocidos y condenados. Son llevados a la muerte, pero [serán] restaurados a la vida. Son pobres, mas enriquecen a muchos. Poseen poco, mas abundan en todo. Son deshonrados, pero en su deshonra son glorificados... Y aquellos que los aborrecen no pueden dar razón por su odio’ (“Carta a Diogneto”. Cap. 5)

Ya que el mundo no era su hogar, los cristianos primitivos podían decir sin reserva alguna, como Pablo, ‘el vivir es Cristo, y el morir es ganancia’ (Filipenses 1.21). Justino explicó a los romanos: ‘Ya que no fijamos nuestros pensamientos en el presente, no nos preocupamos cuando los hombres nos llevan a la muerte’ (Justino - “Primera apología”. Capítulo 11).

Clemente exhortó a su congregación: ‘Hermanos, de buena voluntad dejemos nuestra peregrinación aquí en el mundo para que podamos cumplir la voluntad de aquel que nos llamó. No tengamos temor de salir de este mundo,...sabiendo que las cosas de este mundo no son nuestras, y no fijamos nuestros deseos en ellas... El Señor dice: ‘Ningún siervo puede servir a dos señores’. Si deseamos, pues, servir tanto a Dios como a la riqueza, nuestra vida será sin provecho. ‘Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?’ Este mundo y el venidero son enemigos... Por tanto, no podemos ser amigos de ambos’.

El enemigo romano de los cristianos, Octavius, escribió:
“Menosprecian los templos como si fueran casas de los muertos. Rechazan a los dioses. Se ríen de cosas sagradas [de la idolatría]. Mientras tanto, ustedes viven en incertidumbre y ansiedades, absteniéndose aun de los placeres decentes. Ustedes no asisten a los juegos deportivos. No tienen ningún interés en las diversiones. Rechazan los banquetes, y aborrecen los juegos sagrados... Así, pobres que son, ni resucitarán de entre los muertos ni disfrutarán de la vida ahora. De esta manera, si tienen ustedes sensatez o juicio alguno, dejen de fijarse en los cielos”.
Cuando yo leí por primera vez la acusaciones que los romanos hicieron contra los cristianos, me sentí mortificado porque ninguno acusaría a los cristianos de hoy en día de estas cosas. Nadie nos ha acusado jamás de estar tan absorto en los negocios del reino celestial que descuidamos lo que este mundo ofrece. De hecho, los cristianos de hoy son acusados de lo contrario—de ser avaros y de ser hipócritas en nuestro culto a Dios” (David Bercot - “Cuando el cristianismo era nuevo”).

“No tenemos nación alguna en la tierra. Por tanto, podemos menospreciar las posesiones terrenales”. (Clemente de Alejandría)

Francis Schaeffer: “Como dijimos, en aquel tiempo, cuando alguien se convertía al cristianismo, significaba no sólo oponerse a las religiones circundantes, sino a toda la cultura construida sobre esas religiones” (“Cómo debemos vivir entonces”).

Conclusión
El cristianismo, sin duda, es algo completamente opuesto a la cultura de este mundo.
Por esto Jesús dijo: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19)

Los primeros cristianos decidieron parecerse más a Cristo que a este mundo.
Cuanto más nos parezcamos a Cristo, menos encajaremos en este mundo.

Tú no debes buscar que el mundo te aborrezca. Tú debes buscar parecerte a Cristo. Ese es el supremo llamamiento.

Una Iglesia fuerte en sí misma es una Iglesia débil en Dios.
Mientras la Iglesia se mantuvo perseguida, dependió solamente de Dios. El Señor era su fuerza. Acudía solo a la cruz en busca de victoria.

Cuando la iglesia dejó la persecución atrás y se llenó de riquezas, poder político, opulencia y prestigio, se murió.

Necesitamos el sufrimiento. Necesitamos las dificultades. ¿Porque nos gusta sufrir? NO.
Dios no disfruta viéndote sufrir (no disfrutaba de las persecuciones o necesidades de la primera Iglesia). Dios se deleita en verte acudir a él a través de las aflicciones.
Porque cuando somos débiles entonces somos fuerte (2 Corintios 12:10).
Para acudir a él.
Tu cruz y las aflicciones son para ir a él. NO para que te deprimas.

“Si soportáis la disciplina Dios os trata como a hijos” (Hebreos 12:7).
Pocos eligen el camino angosto. La mayoría canta alegre canciones de alabanza en el camino ancho.

¿Dios te está tratando? ¿No? ¿Qué raro?
¿Dios te está tratando? ¿Dejas manso y humilde que él haga lo que quiera contigo?
El fin de todo es que acudas a él.


Luis Rodas


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