“Como escogidos de Dios, santos y amados” (Colosenses 3:12).
Dicho de otro modo: Dios te escogió por Su gracia, te salvó y te amó. ¡No tienes nada que demostrar!
Si vives detrás de la aprobación de los demás andarás constantemente por los rieles de una montaña rusa emocional en la cual, cada curva, ascenso y descenso, tiene innumerables engaños y peligros.
Cuando estés arriba la atmósfera de orgullo apenas te dejará respirar, y pensarás cosas de ti que están a millones de kilómetros de la realidad; cuando estés descendiendo males como el desánimo, el resentimiento, la amargura, la frustración y la ira envenenaran tu corazón.
Esto no significa que nos debemos aislar de nuestros hermanos sin recibir correcciones, exhortaciones o aliento (Hebreos 3:13; 10:24,25; 1 Tesalonicenses 4:18). ¡NO!
El Señor diseñó su cuerpo de tal modo que “bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:16).
¡Todos nosotros necesitamos la actividad de cuerpo (1 Corintios 12:14-21)!
Pero esto no debe confundirnos con respecto a para quien vivimos.
Una forma fácil de identificar de quien estamos buscando la aprobación, es preguntarnos: cuando hago algo ¿en quién pienso si le va a parecer bien o mal?
ALGUNAS ACTITUDES SANAS:
Delante de Dios no estoy buscando probar nada: ya fui escogido, salvado y amado.
Busco agradar a Dios ( 1 Tesalonicenses 4:1) en lo que hago porque EL es digno de que viva para EL (2 Corintios 5:14,15) , y porque sé que siempre es lo mejor (Mateo 7:24-27).
Para esto uso la ayuda de mis hermanos que pueden ver errores en mí que muchas veces soy ciego para ver. Busco su consejo, rindo cuentas y presto atención a su exhortación (Proverbios 11:14; 15:22; 19:20; 20:18; 24:6). Pero no buscando que su aprobación o desaprobación alimente mi autoestima (Gálatas 1:10).
Mi valor está en que Cristo murió por mí y ahora soy "acepto en el Amado” (Efesios 1:6).
Si sé que hice lo que debía hacer, y otros no lo aprueban, sigo adelante gozoso (1 Corintios 4:3) de ser “acepto en en el Amado”.
Si algún hermano me corrige y tiene razón, no me preocupa por mí mismo que él haya visto algo malo en mí, sigo siendo “acepto en el Amado”, ya que nunca logré eso por mi virtud. Busco cambiar porque Dios es digno y le pido perdón al hermano (Santiago 5:16).
No busques probar nada delante de nadie. Deja de buscar demostrar que eres digno de ser amado, valorado, tenido en cuenta y escuchado. NO LO ERES.
Tu valor está en lo que Cristo hizo por ti y lo que Cristo hará a través de ti. Nada más.
Luis Rodas
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Cultivando un carácter piadoso
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