Cultiva tu identidad: eres del Rey de los santos CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”  (Colosenses 1:13).

 Israel, a lo largo de los siglos, muchas veces fue vencido y dominado por completo. ¡Esto es un claro reflejo de lo que sucedió con la humanidad entera! Desobedecimos a Dios, fuimos vencidos y caímos bajo la tiranía de Satanás y su reino.
 Y el "que tenía el imperio de la muerte” (Hebreos 2:14), a través de nuestra esclavitud al pecado (Tito 3:3), hacía lo que quería con nosotros.

 De la misma manera que Israel en Egipto, éramos parte de un pueblo completamente subyugado, debilitado y sin la más mínima esperanza.
Y lo más terrible: entregándonos voluntariamente al dominio (Efesios 2:1-3).

 Luego de tantos años de esclavitud los israelitas no concebían nada mejor para sus vidas que la tiranía de los egipcios. Al punto que cuando son liberados por Dios llegaron hasta a llorar añorando volver a Egipto (Números 11:4-6).
 Dios les abría las puertas de una tierra que fluía leche y miel (Levítico 20:24), pero para la enorme mayoría de israelitas no tenía el menor sentido haber salido de Egipto. Para ellos, la leche y miel, fluía de allí. Le dicen a Moisés: “¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel (Egipto), para hacernos morir en el desierto?” (Números 16:13).

¡Así estábamos nosotros! No concebíamos una mejor vida que bajo “la potestad de las tinieblas”.
 Vencidos y dominados por “la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2) y gustosos pensando que se trataba de “una tierra donde fluye leche y miel”.

 Pero el Gran Libertador entró directamente al imperio enemigo, lo venció, lo despojó e hizo una gran muestra pública de su derrota en la cruz (Colosenses 2:15).
 ¡Y no sólo esto!
Sino que también entró en un terreno realmente hostil: nuestro corazón. ¡Y lo doblegó! Quitó de nosotros "el corazón de piedra y nos dio un corazón de carne” (Ezequiel 36:26). Y de pronto teníamos “otro espíritu” como Caleb y “decidimos ir en pos de" Dios (Números 14:24).

 ¡Ahora somos de EL! Fuimos liberados y aceptados en el reino de Aquel que “en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16), el “Rey de los santos” (Apocalipsis 15:3).
“¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación” (Daniel 4:3).

 ¿Entiendes que más allá de lo que veas en tu presente, esa es tu realidad?
Todos tus problemas en la actualidad existen porque el Rey aún no ha puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Corintios 15:25).
 Pero pronto, "las primeras cosas pasarán” (Apocalipsis 21:4), y "nuestros ojos verán al Rey en su hermosura” (Isaías 33:17), “el más hermoso de los hijos de los hombres… cuya gracia se derramó en sus labios… ceñida su espada sobre el muslo, valiente, con su gloria y su majestad… cetro de justicia el cetro de su reino… siendo alabado por los pueblos eternamente y para siempre” (Salmo 45).

“Oh adoren al Rey
todo glorioso en lo alto.
Oh canten llenos de gratitud
de Su Poder y Su Amor.

Oh inconmensurable Poder,
inefable Amor,
mientras los ángeles se deleitan
con himnos en las alturas,
con verdadera adoración
cantaremos todos tu alabanza"
(“O Worship the King” - originalmente escrito por William Kethe en 1561).


Luis Rodas


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