Mortificación de la inmoralidad 2ª parte



"Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo” Romanos 12:1.

 Presentar nuestros cuerpos en sacrificio obviamente no significa alguna clase de sacrificio humano en el fuego o una procesión de rodillas hasta una Catedral.
 Cuando la Biblia habla de esta manera del cuerpo se está refiriendo, como escribió John MacArthur en su comentario de Romanos, “al lugar donde reside nuestro viejo hombre y no redimido. De hecho, nuestra condición humana es parte de nuestros cuerpos... Por lo tanto, nuestros cuerpos abarcan no solo nuestro ser físico sino también los malos deseos de nuestra mente, nuestras emociones y nuestra voluntad”.

 Por esto Pablo le escribe a los Corintios: “golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre” (1 Corintios 9:27).
Este cuerpo, nuestra carne, es lo que debo presentar en sacrificio.
Por esto Pablo escribió en:
Romanos 6:12,13 "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia".

 Estas son solo diferentes maneras de decir: “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo”.
Por lo que sin duda la Biblia me llama a la acción.

La crucifixión de la carne diariamente
 Y el primer paso es: “sacrificar mi carne”. O en palabras de John Owen, el teólogo puritano del siglo XVII, “mortificar el pecado”.
Efesios 4:22 exhorta:
"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos".

 Aquí vemos como la naturaleza humana, el “viejo hombre”, la carne, esta viciada o habituada a los deseos engañosos. Sus hábitos son pecaminosos.
 ¿Qué debemos hacer? Claramente nos dice: “despojaos del viejo hombre”.
Y Colosenses 3:5 dice:
 "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros".

 ¿De qué me habla todo esto? De muerte, de sacrificar mi carne. Mi carne debe morir.
¿Quien es el responsable de hacerla morir? YO.

Un ejemplo
Si el mirar con ojos de adulterio o fornicación mujeres u hombres por la calle se te ha hecho un hábito es completamente normal que las tentaciones te inunden.
Esto va dándote forma hasta que la tentación se hace pecado.
 Debes seguir el proceso de arrepentimiento y fe, y luego es necesario que “presentes tu cuerpo en sacrificio” (Romanos 12:2) y dejes de hacerlo.
 “Despojaos del viejo hombre” (Efesios 4:22).
 “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros” (Colosenses 3:5).
 “Golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre” (1 Corintios 9:27).

 Tal vez tú digas: “Pero es que lo intento y no puedo. Ya lo intenté mil veces y siempre vuelvo a lo mismo”.
 Primer paso es haber nacido de nuevo. Si no lo has hecho este “mortificar el pecado” será imposible.

 Pero si has nacido de nuevo y el Señor te ha hecho una nueva creación, “creado en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10), el Señor no solamente no te ha dejado solo en esta lucha, sino que EL te ha dado todo lo necesario para vencer:
 “Todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad nos han sido dadas por su divino poder” (2 Pedro 1:3).

Lucha diaria
Y esto es una lucha diaria.
Nunca crecerás un milímetro en tu semejanza a Cristo si no batallas contra tu carne.
 Santiago 4:1 dice que nuestras “pasiones... combaten en nuestros miembros”.
 Y Gálatas 5:17 nos enseña: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí...”

 A.T. Robertson en su “Comentario al Texto Griego del NT” compara esta frase “se oponen entre sí” como dos ejércitos que “se alinean frente a frente en conflicto”.
 Cada día el cristiano pelea esta batalla. La carne y el Espíritu, “como dos ejércitos que se alinean frente a frente en conflicto”.
La carne querrá manifestar sus obras (Gálatas 5:19-21), mientras que el Espíritu querrá manifestar su fruto (Gálatas 5:22,23).

Si el cristiano no pelea la buena batalla de la fe, la carne ganará.
Pero ¡adelante! "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31).


Luis Rodas


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