Mortificación de la inmoralidad 3ª parte



"Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo” Romanos 12:1,

 Hace un tiempo hablé con una joven soltera que me decía que le costaba mucho vencer ciertos hábitos pecaminosos que sabía que estaban mal.

Le aconsejé junto a mi esposa:
“Mira, ni bien te levantes no pienses en ninguna otra cosa que el Señor. No te levantes de la cama hasta haber orado y haberle pedido fuerzas al Señor para el día (Efesios 6:10). Luego en tu casa olvídate de ti, piensa toda la mañana en cómo ayudar en tu casa y cómo servir a tu familia (Juan 13:2-17). Luego cuando sales al mediodía a trabajar a veces ora por la gente que viaja al lado tuyo y en otros momentos predícales (Marcos 16:15). No te descuides ni por un momento durante la ida al trabajo pensando en ti o en cosas para ti. Solo actúa por los demás (Filipenses 2:4). Al entrar a trabajar busca la mejor manera de servir a tus compañeros, ayúdales, ámalos, háblales de Cristo aunque se rían, y cuando tengas que atender a un cliente solo piensa en servirlo y ayudar, bríndales el mejor servicio que puedas (Tito 2:9,10).

En todo el tiempo que estés en tu trabajo piensa solo en los demás y en cómo amarlos y servirlos.
Luego cuando llegues a tu casa a la noche, trabaja en tu casa como si tú fueras la única encargada de lavar y cocinar. Que no te importe si parece que se abusan de ti. Tú solo sírvelos y ámalos (1 Pedro 2:12).
Luego olvídate de mirar televisión o de distraerte con cualquier cosa. Enciérrate con el Señor y ocúpate en tener una clara visión de tu Salvador (2 Corintios 4:4-6).
Te aseguro que en ese día ni te acordarás de las luchas (Salmo 84:1-7)”.

 Al terminar de hablarle, esta joven me dijo: “Pero si hago eso, ¿no estaría haciéndolo en mi carne?”.

¿ES DE LA CARNE?
 Ja.... Así hay miles de cristianos.
 Miles de personas llenan las Iglesias, pero ni se preocupan por agradar al Señor.
 Pero hay miles de cristianos que sí quieren agradar al Señor, pero creen que si les cuesta algo, si deben esforzarse en algo, esto es de la carne.
Ellos creen que lo que deben hacer es orar y esperar a que Dios lo haga en ellos.

 Por supuesto que debemos orar y esperar en Dios. Pero el siguiente paso es actuar sabiendo que es Dios quien nos da las fuerzas para poderlo hacer.
 Por eso en el ejemplo que le di a esta joven de un día en su vida, le dije que lo primero que debía hacer era, antes de levantarse de la cama, orar pidiéndole a Dios las fuerzas para ese día.
 Pero luego nos levantamos y comenzamos, con las fuerzas de Dios a mortificar la carne.

 ¿Cómo?
 Romanos 8:13 dice: “si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, VIVIRÉIS”.


Luis Rodas


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