"Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios" (Marcos 1:1).
Según la historia, Neil Armstrong descendió del Apolo 11 en 1969, y se convirtió en el primer hombre en pisar la luna. Esta historia no deja de traer controversias, pero aún para millones y millones de personas, éste es un hombre verdaderamente privilegiado.
Años más tarde, se cuenta que él viajó a Jerusalén y en un momento pidió que lo llevaran a algún lugar del que con certeza se pudiera asegurar que Jesús caminó por allí. Lo condujeron a unas escaleras del templo que fueron preservadas hasta hoy, asegurándole que el Señor tiene que haber pisado por allí para entrar al templo.
Al pararse en ese lugar, Neil Armstrong se sintió inmensamente privilegiado, y dijo: "Yo estoy más emocionado por pisar estas piedras que por haber pisado la luna".
El apóstol Pedro sin duda superó a Neil Armstrong en privilegio. El no sólo caminó esas escaleras en la misma época que Jesús, sino que las caminó con Jesús mismo. Y no sólo eso. Vivió con EL por tres años, y presenció el hecho histórico más importante de la historia humana: Su resurrección.
Estoy absolutamente seguro que en la tierra no existe privilegio que ni se le compare. El momento histórico y lugar que quisiera haber experimentado es ese, sin dudarlo.
Marcos, el escritor de este relato de uno de los evangelios, tuvo el enorme privilegio de acompañar a Pedro en su ministerio. Y de este modo, según varios testimonios de cristianos de los primeros siglos (Justino Mártir, Ireneo de Lyon...), presenciando cómo Pedro predicaba de Cristo, registró sus predicaciones y las compiló con cierto orden.
Nosotros, tenemos el indecible privilegio de introducirnos en las predicaciones de Pedro cuando desbordaba de gozo y denuedo hablando de su Maestro, Señor y Salvador. Y aún más, contamos con el altísimo privilegio de conocer de forma certera la enseñanza, vida, muerte y resurrección de Aquel que es "más sublime que los cielos" (Hebreos 7:26), y creerlo.
Sin duda somos indescriptiblemente privilegiados al tener acceso a este documento, estudiarlo cada día, creerlo y ser transformados por EL.
Luis Rodas
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