Puedes leer los artículos anteriores de esta serie en los siguientes enlaces:
1- Una catástrofe llamada tibieza
2- Cómo se llega a la tibieza
3- Una necesidad con diligencia del verdadero creyente
4- Un huerto descuidado
5- Una plaga mundial llamada descuido
6- Nuestra gran necesidad
7- Necesitamos a Sofonías
8- Jesús y el Espíritu Santo
9- Jesús no confía en ti
10- Misiones conforme a la capacidad de Dios
11- La obra del Espíritu Santo es insustituible
12- La llenura del Espíritu Santo
13- Cómo experimentar la llenura del Espíritu Santo
14- Cómo experimentar la llenura del Espíritu Santo 2
El pueblo de Judá fue llevado cautivo por Babilonia en el año 586 a.C. Y Jerusalén quedó en ruinas.
Entre las personas que fueron llevadas cautivas a Babilonia estaba el profeta Daniel.
Su corazón comenzó a quebrantarse al ver la situación dramática en la que se encontraba su pueblo, y corrió hacia Dios:
“Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza” (Daniel 9:3).
Confesó su pecado (Daniel 9:4-6)
Fue absolutamente sincero con la situación en la que se encontraban (Daniel 9:7-9).
Reconoció que la situación era una consecuencia del pecado y descuido de la Palabra de Dios (Daniel 9:10-16).
Y pidió lo que sólo Dios podía dar: restauración: (Daniel 9:17).
¿En qué se basaba Daniel para pedir todo esto? ¿En sus virtudes? NO. En el versículo 18 clama: “no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias”.
Y clama de todo corazón por perdón (Daniel 9:19).
¿Por qué Dios estaba airado contra Judá?
Judá había encontrado lindos sustitutos al Señor. Creyeron que no lo necesitaban. Que podían solos. Que con sus sustitutos era suficiente. Como el pueblo de Israel debajo del monte Sinaí. ¿No tenían a Moisés y a Jehová? ¡No hay problema! “Nos hacemos un becerro de oro”.
El pueblo de Judá hizo lo mismo. Y fueron desolados.
¿Podremos tener nosotros nuestros propios sustitutos?
¿Podremos nosotros creer que podemos independizarnos de Dios?
ÉL DEBE VOLVER A SER NUESTRO TODO
Lo vimos cuando estudiamos Sofonías. El profetizaba y preparaba al pueblo para el avivamiento del rey Josías. “Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová” (Sofonías 3:12).
Él debe ser tu TODO.
¿Qué hacemos con nuestras Iglesias?
Volvernos al Señor y clamar a él. El será el Dios de nuestras salvación.
¿Qué hacemos con nuestras familias?
Volvernos al Señor y clamar a él. El será el Dios de nuestras salvación.
¿Qué hacemos con nuestras vida espiritual?
Volvernos al Señor y clamar a él. El será el Dios de nuestras salvación.
¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos?
Volvernos al Señor y clamar a él. El será el Dios de nuestras salvación.
Que ÉL vuelva a ser el Rey en nuestras Iglesias. La confianza ante TODA necesidad. Nuestro sustento. Nuestra fuerza. El Señor. Nuestra guía. El dueño. El amo. Nuestra lámpara. Nuestro gozo.
El Espíritu Santo que hace lo que nadie puede imitar o sustituir.
El Cristo que doblega al pecador y lo postra humilde ante la cruz.
El Dios que maravilla. Que muestra Su gran poder en medio de los que dicen: “Señor, separado de ti nada puedo hacer. Pero ¿habrá algo que sea difícil para ti?”
La Palabra de Dios vuelva a ser el deleite de los redimidos. Que la Palabra de Dios vuelva a nuestras Iglesias gobernándolo todo. Fuera la psicología, los mensajes de autoestima y todo con lo que hemos llenado nuestras Iglesias para que se hagan más populares.
Fuera el orgullo de creernos algo. Fuera la soberbia de creer que no necesitamos CADA DIA postrarnos en humillación ante EL.
No importa si eres el miembro más pequeño de la Iglesia o eres más famoso que el apóstol Pablo.
QUE EL SEÑOR VUELVA A SER EL TODO DE LA IGLESIA
Y ÉL edificará Su Iglesia.
Jesús le dice claramente a la Iglesia tibia de Laodicea: “Vuelve a mí”.
Apocalipsis 3:18-20 “Por tanto, yo te aconsejo que de MÍ compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso (en griego proviene de la palabra “zelóo”, al igual que “caliente”), y arrepiéntete.
He aquí, YO estoy a la puerta y llamo; si alguno oye MI voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él CONMIGO”.
Luis Rodas
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Etiquetas:
Cómo salir de la tibieza
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