12- Agradadores de personas - Serie: Cómo se vería una iglesia con gente lejos de Dios



Mateo 5:11,12 "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros".

Lo llamativo es cuando decimos seguir a Cristo y todos hablan bien de nosotros, tenemos grandes reputaciones y vidas muy fáciles.
Es increíble pero hoy pareciera que cuanto más famoso eres, cuanta más reputación tienes, cuantos más libros exitosos tienes, sin duda más hombre de Dios eres.
Poner en duda la fe de un pastor o cantante famoso, parece una locura. “¿Cómo no va a ser un hombre de Dios si es tan famoso?”.
Bajo esos parámetros, ¿qué sería de Pablo hoy en día? De él dijeron: “es una plaga” (Hechos 24:5).
¿Qué sería en sí de los creyentes del primer siglo?
De ellos dicen en Hechos 28:22:
“De esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella”.
¿Y qué sería del mismo Jesús? Del cual primero dijeron que tenía demonio (Mateo 11:18), y luego ya que era Satanás mismo (Mateo 10:25).

No es nada extraño que otros nos rechacen o persigan por querer agradar a Dios. Por eso el apóstol Pedro dice que si sufrimos por Cristo no debemos sorprendernos “como si alguna cosa extraña nos aconteciese” (1 Pedro 4:12).
No es nada extraño.
Mas bien es extraño que alguien realmente viva para Cristo y quede bien con todo el mundo.
Al punto que Jesús dijo: “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Lucas 6:26).

Uffff…. ¡que contraste!
Jesús dice que si nos critican, persiguen, difaman, buscan nuestro mal porque queremos seguir fielmente a Cristo, es lo mismo que le pasaba a otros hombres de Dios a lo largo de la historia. Pero, que si por el contrario, todos hablan bien de nosotros, si nos ganamos una gran reputación delante de todos, y quedamos bien con todos, “ay” de nosotros, porque así hicieron históricamente con los falsos hombres de Dios.
“¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas”.

Tremendo, ¿no?

VALIENTES DE PÚLPITO
Una de las cosas que más he visto en mi vida, es hombres que desde los púlpitos son más valientes que David y Sansón juntos. Pero que cuando se bajan del púlpito buscan quedar bien con todo el mundo. Y jamás los verás exhortar a nadie en persona. Y si tienen que negociar, callar, lo que sea, lo harán con tal de no perder sus reputaciones, su puestos, la buena opinión de los demás.
Y esta es una característica clarísima de alguien que se ha alejado de Dios: busca más agradar a los hombres que a Dios. En su prioridad no está cómo ve Dios lo que está haciendo o diciendo. NO.
En su lista está qué pensarán los demás de él.
Y el apóstol Pablo dijo muy claramente: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10).

Es muy necesario preguntarnos: ¿nosotros a quién estamos buscando agradar en todo lo que hacemos?
¿Aunque a otros les moleste?
¿Aunque otros nos persigan?

La verdad que me alienta mucho esto. Hay un gran contraste aquí.
Es como si la imagen mostrara por un lado las caras de odio de algunas personas, y por el otro lado un rostro con una sonrisa de amor.
“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos…” 
(Mateo 5:11,12).

A veces personas agradecen que los ayudemos. Pero en otras ocasiones tenemos que mirar la sonrisa de Dios por decirlo de alguna manera. La sonrisa de nuestro Padre.
Como cuando un Padre mira con muchísimo amor a su hijo pequeño que está haciendo lo que debe.
Esa sonrisa, esa caricia de amor del Padre, debe ser, por encima de todo, lo que más valoramos.
Claro, hay momentos duros, difíciles. Hay momentos en que puede volverse realmente difícil.
Pero esa mirada, esa sonrisa de amor, esa caricia del Padre, es lo más importante. Por encima de todo.
Y cuanto más nos acercamos a EL, más nos importa lo que EL dice, menos nos lastima lo que otros puedan decir, y menos nos importa la gloria que los hombres nos puedan dar.
Por el contrario, al estar lejos de Dios, terminamos viviendo como los escribas y fariseos, para conseguir los mejores puestos de nuestra religión (Mateo 23:5-7). Y si para eso hay que callar lo que sea, bueno… ya encontraremos una excusa para hacerlo…

Estas personas que Jesús llama “bienaventurados” son mansos, por la gracia de Dios obran justicia, son íntegros, son misericordiosos, tienen corazones limpios, son pacificadores, pero sin embargo son odiados, detestados, perseguidos, difamados.
Pero ellos buscan por encima de todo cómo los ve Dios. El amor de sus vidas es EL.


Luis Rodas


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