6- Corazones contaminados - SERIE: COMO SE VERÍA UNA IGLESIA CON GENTE LEJOS DE DIOS.



Cuando personas en una congregación se alejan de Dios empiezan a perder la noción de cuanta gracia de Dios necesitan diariamente. Cuanto en ellos debe cambiar, cuanto en ellos debe mejorar, cuanta misericordia de Dios necesitan para desarrollar cada actividad diaria. Y así su punto de enfoque cambia. Ahora se concentran en lo que hacen los demás.
Se concentran en lo que hacen los demás para criticarlos y sentirse por encima de ellos, y se concentran en lo que hacen los demás para dolerse, resentirse, amargarse: “¿Viste lo que me hizo fulano de tal?” “Yo creo que lo dijo a propósito” “Hoy mengano no me saludó. ¿Quién se cree para no saludarme?”. Y quizás no lo saludó porque no lo vio.

El punto de enfoque de la persona, a pesar de que asiste a una congregación cristiana cada domingo, ya no está en Dios y su clamor a Dios. Ahora está en los errores de los demás, y en lo que otros le hacen. Y, sí o sí, el corazón se empieza a contaminar. El corazón empieza a llenarse de amargura contra otros. Todo es tomado con malas intenciones, todos están bajo sospecha, todo es visto con malos ojos, nadie está bien, nadie pasa por el filtro.
Aquel que se acerca a Dios cada día también puede tener malos pensamientos, también puede ver cosas que le molestan de otros, o miedo a que lo lastimen. Pero él se acerca a Dios, ve su propia condición y su necesidad de misericordia diaria, y ahí, delante de Dios, limpia su corazón cada día. Perdona, resuelve amar, clama a Dios por sus hermanos, lucha por tener un corazón limpio de toda amargura, resentimiento o dolor.
Por eso Jesús, luego de decir “bienaventurados los misericordiosos” en las bienaventuranzas de Mateo 5, agrega:
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

Estos que encuentran cada día misericordia al acercase a Dios, se aseguran de mantener sus corazones limpios.
Proverbios 4:23 nos da una consejo clave: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón”. 
Lo que está diciendo es: “Por encima de todo lo que estés guardando, cuidando. Lo que debes cuidar con más esmero, es tu corazón”.
¿Por qué?
Continúa el versículo: “porque de él mana la vida”.
O dicho de otro modo: “Lo que hayas dejado que permanezca en tu corazón va a determinar qué harás y qué dirás. Actuarás en todo según lo que hayas permitido en tu corazón”.
¡Esto es absolutamente decisivo!

Una muestra clara de una congregación donde las personas están lejos de Dios, es que aquello es una batalla campal. A nadie le importa nadie, y si lo miras de afuera parece que todo está bien, pero por dentro la congregación está llena de luchas de egos, resentimientos, falta de perdón, heridas, mal trato, críticas, la típica burla que uno hace de otro mientras este no está, etc, etc…
Una Iglesia de corazones enfermos, dolidos, contaminados, que no se acercan a Dios como “pobres en espíritu”, si es necesario llorando, “mansos” buscando a Dios por su ayuda para amar cuando parece imposible de amar.



Luis Rodas

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