35- Primer fundamento verdadero y sólido de una seguridad de salvación - Serie: Cómo se vería una iglesia con gente lejos de Dios



Jesús en sus últimas palabras del “sermón del monte”, hace un claro contraste entre edificar nuestra vida sobre algo sólido, una verdadera seguridad de salvación: edificar sobre la roca. A edificar nuestra vida sobre algo inestable, una falsa seguridad de salvación: la arena.

Ante semejantes palabras de Jesús, tan confrontadoras, es muy necesario poder estudiar en las Escrituras cual es una verdadera seguridad de salvación. Una seguridad de salvación estable como una roca.
O dicho de otro modo: ¿cómo podemos saber si somos salvos o si nos estamos engañando a nosotros mismos?
Mucha gente se engaña imaginando que es cristiana pero no lo es. ¿Cómo podemos nosotros saber si realmente somos salvos en Cristo?

El primer fundamento verdadero y sólido de una seguridad de salvación es tener claro cómo alguien llega a la salvación y sostiene su salvación.
Nadie llega a la salvación por sus propias obras de justicia. Nadie puede ganarse su salvación por mérito propio. Deberíamos ser perfectos para lograrlo. La salvación es por gracia: un favor inmerecido (Efesios 2:8,9).
Romanos 5:6-10:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”.

Sólo en Cristo hay salvación. Por eso Hechos 4:12 afirma: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Y 1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.

Esta salvación en Cristo incluye el arrepentimiento de la vida pasada. Por eso Jesús predicaba: “Arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15).
Así es como Pedro le predica a una multitud en Hechos 2:14-36, y una buena parte de esa multitud se quebranta reconociendo su necesidad de salvación:
Hechos 2:37 “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”

A lo que Pedro responde:
Hechos 2:38 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

Cualquier otra forma de salvación es falsa. Si no has tenido un tiempo donde te viste confrontado con tu situación pecaminosa delante de Dios, te arrepentiste de cómo vivías y con todo eso corriste a Dios creyendo que Jesús es quien pagó la condenación que merecías por tu pecado, aún no eres salvo.
Por esto, es una señal clara de que alguien no tiene una verdadera fe en Cristo, cuando al ser confrontado por cualquier error se enoja o comienza a excusarse. O intenta encontrarle errores al mensajero para que el mensaje no haga temblar su seguridad de salvación de arena… “Ahhh…. ¿qué me dice a mí si él esto y esto y esto?”. Como si fuera que si le encuentro errores al mensajero así también pudiera negar lo que Dios habla en la Biblia.

Cuando una persona escucha una predicación que hace temblar la seguridad de salvación de arena, la falsa seguridad de salvación, y empieza a enojarse, incomodarse, no querer ir más a la Iglesia, buscar mensajes que le hagan sentir más cómodo, o busca excusarse; simplemente es porque su seguridad de salvación es de arena. Es falsa.
Una persona que está segura que vive en arrepentimiento y fe en Cristo, sabe que toda su seguridad está fundada en la roca: Cristo lo salvó.
Tiene certeza de que sus pecados fueron perdonados en Cristo por completo (Romanos 5:1,2).
Por lo tanto cuando ve que está actuando mal en algo no se enoja con otros, no se excusa, no se esconde, no intenta encontrarle errores al mensajero, no busca una Iglesia donde le suban la autoestima. NO. Al escuchar un mensaje que lo confronta el verdadero creyente corre una vez más a Cristo. Encuentra perdón en Cristo, fortaleza en Cristo, y comenzará a clamar a Dios: “Ayúdame, dame tu gracia para cambiar esto que tengo que cambiar. Ayúdame”.
Cuando el creyente se equivoca corre a las promesas que tiene en Cristo.

¡Este es el primer fundamento verdadero y sólido de una seguridad de salvación!


Luis Rodas


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