Un enemigo llamado inconstancia



“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2)

Luego de presentarse a sí mismo como "siervo de Dios y del Señor Jesucristo" (1:1), Santiago une dos elementos que parecen antagónicos:
- "sumo gozo"
- "diversas pruebas"

No es un simple gozo, él aconseja "SUMO gozo".
De la misma manera, no nos habla de apenas una dificultad, se refiere a "DIVERSAS pruebas".
 "Tener por SUMO gozo" cuando atravesamos "DIVERSAS pruebas".

 "Tener por sumo gozo" cuando todo sale a nuestro gusto es normal, pero, ¿"tener por sumo gozo" cuando sentimos que todo sucede justo al revés?
¿Qué razón nos da para semejante consejo?
El agrega: "sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia" (1:3).
La meta a alcanzar aquí en este pasaje es la "paciencia".

La palabra original griega es "jupomoné", y se puede traducir como "perseverancia, paciencia, constancia, mantener la firmeza" ("New International Dictionary of the New Testament Theology" - Verlyn Verbrugge).

En 1 Tesalonicenses 1:3 es traducida simplemente como "constancia" en la Reina Valera 1960.
La inconstancia es realmente un enemigo.
La inconstancia es lo que hace que decidas orar cada día, y si llegas al tercero lo consideras un gran logro.
La inconstancia es lo que hace que cualquier cosa tome el lugar bendito del alimentarnos de la Palabra de Dios.
La inconstancia es lo que hace que sólo a veces seas santo, sólo a veces no mires lo que no debes mirar, sólo a veces te importe qué le sucede a tus hermanos, sólo a veces discipules a tus hijos, sólo a veces, sólo a veces, sólo a veces....
La inconstancia deja las paredes por la mitad, las decisiones olvidadas, los creyentes avergonzados y los matrimonios siempre en el mismo triste conflicto.
La inconstancia es aquel gran enemigo con pocas palabras que siempre vuelve.
La inconstancia es la única constante en la vida de infinidad de cristianos. Y por eso la mediocridad triste asola las congregaciones.

 Santiago trae una gema preciosa: Dios permite que vengan adversidades a nuestras vidas para entrenarnos en "jupomoné" (constancia).
La inconstancia se vence a través del perseverar en las "pruebas de fe". La inconstancia se vence con el entrenamiento de la constancia. Es un brazo que se ejercita con el ejercicio.
Por esto Pablo también escribe: "nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia" (Romanos 5:3).
Dios no dice: "Yo haré un milagro y serás constante, perseverante, disciplinado, en cada aspecto de tu vida".
¡NO!
El dice a través de Santiago: "Yo haré que vengan dificultades a tu vida para que clames a mí y confíes sin parar hasta que llegues a la victoria. Este ejercicio duro formará en ti algo que ahora no tienes y necesitas con urgencia: constancia, perseverancia, firmeza".

¿Qué está sucediendo en tu vida hoy?
No sucede por casualidad. Estás en el gimnasio entrenando la vital habilidad de la constancia.
¡Persevera! ¡Lucha! ¡Ora confiando hasta llegar a la meta!
¡"Ten sumo gozo" porque eso que estás viviendo te hará constante como soldado de Jesucristo!


Luis Rodas


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