Cultiva la humildad: cuidado con quien caminas



“Camina con sabios y te harás sabio; júntate con necios y te meterás en dificultades” (Proverbios 13:20 - NTV)

La humildad y el orgullo son resultados directos de como nos comparamos.
¿Cómo sabemos que una persona que mide 2 metros es alta?
Al compararla con personas que miden alrededor de 1,70 cm.
Si el resto de los seres humanos fuéramos de 2,80 cm, diríamos que la persona de 2 metros es baja.
Por contraste determinamos lo uno o lo otro.
En otros casos, ya no por contraste, sino por paridad.
Un ejemplo: sabemos que una pared está derecha al medirla con una regla recta.
Otro ejemplo: sabemos que algo es legal porque hay una ley anterior que nos permite determinarlo. Por esto Pablo escribe: “yo no conocí el pecado sino por la ley" (Romanos 7:7). ¿Cómo vamos a decir que algo es transgresión de la ley si no hay ley?

En todos los casos, sea por contraste o paridad, necesitamos algo más que nos permita medir.

Así es como el hombre, al no medirse por la regla de Dios, y midiéndose por reglas equivocadas, llega a lo que expresa Proverbios 14:12: "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

¿CON QUIÉN TE COMPARAS?
De igual modo, de forma consciente o inconsciente, las personas con las que nos relacionamos habitualmente forman un parámetro para nosotros.
Alguien puede decir: “Está mal compararse con otros. Yo no me comparo con nadie”.
Es malo si te comparas como una competencia para ver quien es más santo (Isaías 65:5), buscando alimentar tu orgullo de esa o de cualquier otra manera.
Pero la Palabra le manda a nuestros líderes servirnos de “ejemplo” (1 Timoteo 4:12; Tito 2:7), mientras nos dice a nosotros: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la Palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (Hebreos 13:7).
Conocemos a personas de buen “ejemplo”, aprendemos de forma práctica como se ve un cristiano, nos medimos ante ellos, y esta es otra forma útil de ver en qué cosas estamos errando y en qué debemos poner más énfasis.
Pablo le manda a los hermanos en Corinto acerca de cierta situación: “sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1).

Ahora, puede que con respecto a esto, te ha pasado lo siguiente:
Has vivido todos estos años dentro de congregaciones donde abundaban los malos ejemplos, las doctrinas extrañas y la mediocridad (1 Corintios 3:1-3). Ante eso, siempre sucede algo: EL ORGULLO SE ELEVA POR LOS CIELOS (1 Corintios 1:12; 4:8).

Hasta puede que te enojes mucho por encontrar un entorno tan corrupto y superficial porque te das cuenta que, muy inconscientemente, las personas a tu alrededor al ser como son, hacen que tu orgullo te grite a grandes voces: “¿Lo ves?. Tú eres superior. Tú no haces esto y aquello. ¿Lo ves?. Ellos dicen que no pueden orar diariamente, que les cuesta leer la Palabra, ellos dicen que nunca han evangelizado en toda su vida… ja… pero tú AMAS HACER TODO ESO… Mira sus familias, mira sus hijos, mira su conducta…. ¿Lo ves?… Eres un ser especial, un escogido entre los escogidos… un guerrero, eres………”.

Ufff…. y cada vez que encuentras la mediocridad y horror de los que te rodean te enardece al saber que esa voz volverá con argumentos que ya no encuentras como rebatir.

Dos buenos consejos:
1- ¡Ten cuidado con el tipo de “creyentes" con los que te relacionas!
2- ¡Ten cuidado con el tipo de “creyentes" con los que te comparas!

Los malos ejemplos de personas que no muestran ninguna señal de conversión, son más destructivos de lo que se puede enumerar en 20 libros (1 Timoteo 1:19,20; 2 Timoteo 2:17,18).
¿Tener misericordia de ellos?
Sí, pero como nos lo enseña Judas 23: “tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”.
¿Es esto orgullo? No necesariamente, obedecemos al Señor al hacerlo.

CUIDADO: no me refiero a que busques hermanos perfectos, ni que uses como excusa esto para criticarlo todo. Hablo ESPECÍFICAMENTE de personas cuyo ejemplo es CLARAMENTE negativo para ti.

Para comprender mejor esto lee estos pasajes: 2 Timoteo 3:5; Proverbios 4:14-19; 22:5; Isaías 8:11-13; Efesios 5:5-12; 2 Tesalonicenses 3:6,7; 1 Corintios 15:33.


Luis Rodas


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