¿Qué es adorar a Dios? parte 2



Adorar a Dios es estimarlo, valorarlo, por encima de todo en todas las cosas.
La vida se compone de decisiones, y todas las decisiones están motivadas por algo. Solo un loco toma decisiones al azar.
En cada decisión valoramos:
Mateo 26:30-35 "Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. 
Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.
Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo".

Pedro dice: “Aunque todos te nieguen, yo no te voy a negar. Yo te amo. Yo no se si los demás te aman. Pero yo estoy seguro de que te amo más que mi vida. Aunque me sea necesario morir contigo no te negaré”.
Ya sabemos que Pedro lo niega 3 veces como había dicho Jesús (Mateo 26:69-75). Y hasta maldijo para librar su vida (Mateo 26:74).
¿A quien valora más Pedro en esta situación? ¿A su vida o a Jesús?
Si amaba tanto a Jesús, Pedro hubiera preferido dar su vida antes que negarlo.
Por eso Jesús al resucitar se encuentra nuevamente con Pedro:
Juan  21:15 "Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos".
Pedro había dicho que podía ser que los otros le negaran pero él no. En otras palabras: “No niego que estos te van a negar. Pero conmigo te equivocas, yo si te amo”.
Y Jesús al resucitar le pregunta: “¿Me amas más que estos?”
¿Qué pregunta? Parece un misil al corazón.
Lo negó 3 veces y se lo pregunta 3 veces.
Hay tanto en esas preguntas que no lo podríamos terminar de ver.
Pero es como si le dijera: “Pedro, valoraste tu vida más que a mí. Pero te doy otra oportunidad: ¿Me amas?”

Un ejemplo cotidiano: un matrimonio tiene problemas.
La mujer piensa: “Estoy harta. Ya no aguanto más la situación. Pero más allá de lo que yo sienta, sé que Dios me manda a permanecer casada. Dios aborrece el divorcio. Voy a seguir luchando por mi matrimonio”.
¿A quien valora más esta mujer? ¿Sus sentimientos y deseos o a Dios?
Pero el hombre piensa: “Ya está. No quiero seguir. Yo merezco algo mejor”.
¿A quien valora más este hombre? ¿Sus sentimientos y deseos o a Dios?

Otro ejemplo: Un hombre en su trabajo comete un error. Si lo reconoce puede tener problemas. El sabe que Dios le ordena no mentir nunca (por ejemplo Efesios 4:25), pero cuando llega su jefe miente y él conserva su trabajo.
¿A quien valora más este hombre? ¿Su bienestar o a Dios?

Otro ejemplo: Una persona apenas agarra la Biblia en la semana para no sentirse tan mal. Toda su oración es una oración de compromiso por la comida.
Llega el domingo y canta en el tiempo de adoración de la Iglesia: “Dios Altísimo, amo estar contigo”.
Altísimo significa que es mucho mejor que cualquier cosa de este mundo, pero esta persona prefiere hacer cualquier cosa menos pasar tiempo con Dios. ¿"Amo estar contigo"?
¿A quien valora más esta persona? ¿A Dios?

Por eso podemos decir que cada pecado es un valorar más nuestros deseos que a Dios.
Cuando pecamos nos adoramos a nosotros mismos. Estamos diciendo: “Yo soy más digno que Dios de ser servido”.
Lo vimos hace poco. David adultera con Betsabé. Dios le habla por medio del profeta Natán y le dice:
2 Samuel 12:10 "Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer".
“me menospreciaste”
¿Lo ven?

Adorar a Dios es un milagro. No se trata de que ya no hay deseos de la carne. ¡NO! El milagro se trata de que gente como nosotros ahora estima, valora, a Dios por encima de todo en todas las cosas.
¿Por qué tienes luchas? Porque caminas por este mundo y tu naturaleza sigue aun ahí comunicada con el mundo.
Al valorar por encima de todo en todas las cosas a Dios, ya no se trata de qué me gusta o supuestamente me conviene.... Se trata de “valoro a Dios por encima de todo en todas las cosas por lo que desestimo todo lo demás y hago lo que mi Dios quiere”.
No se trata de “ya no tengo más luchas, ya no tengo más tentaciones”...
Ay, cómo me gustaría transitar por este mundo y ya no tener más luchas ni tentaciones. Pero digo junto a Pablo: “¿Quien me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). Y gimo junto a la creación “esperando la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8:22,23).
Mientras tanto en luchas, debilidades y tentaciones entiendo que adorar a Dios es estimarlo por encima de todo en todas las cosas. Y mientras mi carne quiere ser dios, la estimo por basura por amor a Cristo (Filipenses 3:8).
En este contexto es que Jesús dice algo muy claro: “El que me ama, mi Palabra guardará... el que no me ama, no guarda mis Palabras” (Juan 14:23,24).
Adorar a Dios es estimarlo, valorarlo, por encima de todo en todas las cosas. ¿Qué voy a hacer en cada situación? Como lo valoro por encima de todo en todas las cosas, en vez de querer agradar a mi carne, voy a querer agradar a Dios.
¡Eso es adoración a Dios! “El que me ama, mi Palabra guardará”.
Y eso glorifica a Dios. Es un anuncio al mundo: “¡Dios es Altísimo, superior a todo lo que este mundo puede ofrecer! EL es Dios. ¡EL es el Dios verdadero digno de adorar!”
El amar a Dios no es una ausencia de debilidades que gritan en nuestro interior. Es un preferir a Dios en vez de a esas debilidades.
1 Corintios 13:5 dice que “el amor... no busca lo suyo”.
En el caso de Dios es un negar lo que mis deseos piden para preferir a Dios en todo.

Mateo 13:44-46 "Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró".
¡Eso es adoración a Dios!

Como Abraham.
Dios le dijo que sacrificara a su hijo en el altar:
Génesis 22:1,2 "Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 
Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré".

Abraham le dijo a sus siervos que lo esperaran en cierto lugar:
Génesis 22:5 "Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros".
“adoraremos”
¿Cómo esperaba adorar a Dios Abraham?
Valorando a Dios aun por encima de su hijo amado Isaac. Por eso Dios lo detiene:
Génesis 22:12 "Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único".

¡Así debemos vivir! En adoración a Dios.
No se trata de sentimientos que van y vienen. Lo estimamos por encima de todo en todas las cosas y por tanto desestimamos todo lo demás. Sin importar cuanto nos gusta o nos promete felicidad y placer.
Hemos elegido y el Creador del universo es nuestro Dios. ¡A EL adoramos!


Luis Rodas


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