Hazme grande y glorifícate 1ª parte




Hoy vamos a ver, gracias a este salmo 12, lo peligroso de engañarnos con una religión fría, apática, de palabras y ritos, pero sin adoración genuina a Dios.

Salmo 12:1 "Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos;
Porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres".
“piadosos” (“kjasíd”): John MacArthur: “el hombre caracterizado por la piedad tiene un corazón adorador” (“La predicación”. Pag. 110).

Aquí David habla de la ausencia de todo lo que hemos estado hablando las últimas semanas.
El dice: “se acabaron los piadosos”.
David clama a Dios porque dice que ya no hay hombres que adoran a Dios genuinamente.
¿Qué es adorar a Dios?
Estimarlo por encima de todo en todas las cosas, y que esto, por supuesto repercuta en toda nuestra manera de vivir.
“Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos”.
“Ya no hay hombres que te valoran por encima de todo en todas las cosas y por lo tanto buscan en todo lo que hacen agradarte a ti, adorarte a ti”.

David habla de esa clase de personas, como vimos los últimos domingos, que aman más a Dios que a sus propios deseos, reputaciones, comodidad, bienestar, o lo que sea.
Ellos pueden ser tentados, lucharán con el pecado, pero permanecerán fieles a Dios, porque valoran más a Dios que todo lo demás.
Como Abraham que amaba tanto a su hijo Isaac, pero ante la orden de Dios no dudó lo que debía hacer.

Por eso el primer verso de este Salmo continúa: “Porque han desaparecido los fieles”
“fieles”: “uno quien permanece firme” (Keil & Delitzsch - “Comentario de los Salmos”. Pag. 141).

¡Qué momento tan terrible describe David!
David percibe la ausencia de gente que ame genuinamente a Dios, fieles a EL, con un amor real a Dios de domingo, lunes, martes, etc... En la Iglesia, la casa, el trabajo, etc...

No mal entiendan: David no describe un cuadro de gente atea que dice aborrecer a Dios y todo lo que tiene que ver con la piedad. ¡NO!
Cuando dice que “se acabaron los piadosos... han desaparecido los fieles” se refiere a los verdaderos “piadosos” y los verdaderos “fieles”.
En el segundo verso David nos explica que hay una terrible ausencia de “piadosos” y “fieles” pero que en su lugar hay muchos que fingen serlo.

Salmo 12:2 "Habla mentira cada uno con su prójimo;
Hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón".
“habla mentira” (“shav”): “algo vacío” (J.J. Stewart Perowne - “Comentario a los Salmos”. Pag. 52).
Está palabra describe algo falso, que aparenta una cosa pero que es otra.
LBLA: “falsedad”
Lo exactamente opuesto a esto lo encontramos en:
Efesios 4:25 "Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros".

Toda su piedad no es más que algo falso, vacío, palabras correctas que no creen.
Dios le habló al pueblo de Israel hace unos 2700 años: “La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).

Como gente que en un ambiente cristiano es el más cristiano, el más piadoso, el primero en decir el versículo correcto, hasta quizás el más enfervorizado defensor de la verdad, el más humilde entre los humildes, el más misericordioso entre los misericordiosos, el más poderoso entre los poderosos, y el más santo entre los santos.
Pero que al salir del ambiente cristiano (de una Iglesia por ejemplo) sus prioridades cambian.

El podrá estar quejándose delante de su esposa, pensando en la intimidad como todo un mundano, mientras publica en internet un vídeo en “defensa de la sana doctrina” con el lenguaje más académico que encontró.

David dice: “hablan con labios lisonjeros”:
La diferencia entre la lisonja y la alabanza es que el lisonjero le atribuye a alguien virtudes sin creer que las tenga.
¡Cuidado con la “alabanza lisonjera” al Señor!
“Oh Dios Todopoderoso, tú reinas en mi vida”, pero ante el menor problema no creemos que Dios está al control y que EL es nuestra ayuda.
Recordemos: “el lisonjero le atribuye a alguien virtudes sin creer que las tenga”.
Si le digo al Señor “Oh Dios Todopoderoso, tú reinas en mi vida” pero eso no tiene aplicación en mi diario vivir, en el tiempo de alabanza lo mío no es alabanza, es lisonja. Le digo a Dios que tiene una virtud que en realidad no creo que tenga.

“Lisonjeros”: “Proviene de una palabra hebrea que significa ‘división’” (Juan Calvino - “Comentario de los Salmos”. Pag. 149).
Esto es interesante porque se trata de labios que se dividen. Personas que con su boca a uno le dicen una cosa y a otro lo contrario.
Esto se refiere a cuando le decimos a Dios: “Oh Altísimo y Sublime Señor, glorifícate en mi vida, úsame, llévame por todo el mundo, hazme grande y famoso.... ejemmmmm.... para tu gloria por supuesto”.
Hay una película que cuenta la vida de Mozart (se llama “Amadeus”). Tiene algunas escenas interesantes.
Casi todo lo relata el músico que le tenía un envidia terrible a Mozart: Antonio Salieri.
Este músico dice en la película que de pequeño oró fervientemente a Dios: "Señor hazme un gran compositor. Déjame celebrar tu gloria por medio de la música y que me celebren a mí. Hazme famoso en el mundo querido Dios. Hazme inmortal. Después de que muera, deja que la gente me recuerde por lo que escribí. A cambio de eso, te daré mi castidad, mi laboriosidad, mi profunda humildad a cada hora de mi vida. Amén".
Por eso este artículo se llama “Hazme grande y glorifícate”.
Nosotros no diríamos esa oración, pero ¿la hacemos en nuestro corazón?

Esto, como dijo Jesús, proviene del corazón: “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34).
David dice: “hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón”.
Sus bocas hablan lo que les conviene en cada caso porque sus corazones tienen este “doblez”, esta capacidad de quedar bien con todos.
Son varias personas en una sola, según la conveniencia.
Pueden ser el predicador más correcto con la mejor voz de locutor de radio, pero no creen ellos mismos lo que dicen.
O puede disfrazarse del más atrevido luchador por la verdad, más santo que el mismo Jesús, pero lo único que quiere es sacarte de la Iglesia donde estás para que vayas a donde enseña él.
He conocido gente que parece Juan el Bautista, Elías y Moisés en versión aumentada, pero no se trataba más que de gente con “doblez de corazón” que no saben ni lo que hablan y lo atacan todo con una soberbia asombrosa para conseguir adeptos que los vean como los nuevos profetas que recién bajan del Monte de la revelación.
¡Cuidado!
Cuando descubriste que el diablo te estaba queriendo llevar al libertinaje absoluto, retrocederá y se hará el vencido. Pero lo único que va a hacer es ir a cambiarse el disfraz.
Aparecerá por otra puerta, con otra ropa y otra voz. Ahora será el más aguerrido guerrero CONTRA el libertinaje. Y te va a empujar a que lo veas todo mal: Todo es apostasía. Todos están mal menos tú. Todo es del mundo, todo es pecado.
¿Para qué hace eso?
Cuando no te pudo seguir llevando al pecado por medio del libertinaje, te llevará al pecado de orgullo por medio de la crítica del libertinaje y te va a aislar tanto, a tal punto que aunque te des cuenta que estás mal ya nadie te pueda ayudar (Gálatas 4:17; Romanos 16:17,18).

Mañana seguiremos con este salmo...


Luis Rodas


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