¿Quién morará en tu monte santo?"
(Salmo 15:1).
El “Comentario Bíblico del Expositor” explica que “este salmo trata acerca de nuestra necesidad de poder disfrutar de compañerismo con Dios. Los verbos ‘habitar’ y ‘morar’ son sinónimos describiendo… metafóricamente la comunión con Dios” (“Expositor’s Bible Commentary” - Tremper Longman III).
¿Y quien mejor para decirnos cómo relacionarnos con Dios, sino Dios mismo?
David le pregunta a Dios mismo: "¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?"
Su pregunta, en otras palabras, es: “Dios, ¿cómo alguien puede vivir en comunión intima contigo?”.
Aquí no habla de un momento, una pequeña experiencia. David usa las expresiones: “habitar” y “morar”. Aunque al ser un escrito poético utiliza un lenguaje metafórico, David pregunta: “Dios, ¿cómo alguien puede permanecer en comunión intima contigo?”.
La respuesta no es una lista exhaustiva y completa. Pero tiene algo en común: habla de la conducta de la persona (15:2-5).
Pero antes de profundizar en la relación inseparable entre la comunión intima con Dios y nuestra conducta diaria (lo cual haremos en los siguientes devocionales), es indispensable preguntarnos: ¿Qué es la comunión intima con Dios?
Primeramente podemos decir que es una relación cercana con Dios donde hablamos con EL íntimamente, le conocemos, nos deleitamos en EL y disfrutamos de su persona.
Cuando nuestra mente y corazón están llenos de deseos, metas, preocupaciones y deleites carnales, nuestra relación con Dios es tan fría y vacía como la de un matrimonio seco.
Es en la comunión intima con Dios donde el Espíritu Santo nos guía a toda la verdad (Juan 16:13) y amamos Su Palabra. Por esto el salmista ora en el Salmo 119: "Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (Salmo 119:17,18).
De otra manera cualquier cosa se transforma en un ídolo que nos consume nuestros años: el fútbol, la música, la tecnología, la ropa, la televisión, nuestra profesión, lo que sea….
Como Asaf en el Salmo 73 que veía todo de forma carnal y ya estaba anhelando vivir como los impíos. Pero dice: “Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí” (Salmo 73:17).
En la comunión intima con Dios vemos las cosas muy diferentes y percibimos la gloria de Dios en todas las cosas. Por esto David canta: "En su templo todo proclama su gloria" (Salmo 29:9).
Mientras andamos llenos de nuestros pensamientos vanos y carnales vivimos afanados. Pero cuando caminamos por los pasillos de la comunión intima con Dios tenemos una conciencia clara de quien es nuestro guardador. Es que "en sus palacios Dios es conocido por refugio" (Salmo 48:3).
.
0 comentarios:
Publicar un comentario