1 Samuel 15:31 "Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová".
¿Adoró Saúl a Jehová?
¿Sí?, ¿seguro?
Noten el versículo. Samuel va detrás de Saúl: “Y volvió Samuel tras Saúl”. No se lo ve muy convencido. Ahí va, pero sigue el versículo: “y adoró Saúl a Jehová”.
Es fácil imaginar al fiel profeta Samuel mirando de reojo a Saúl, como diciendo: “Bueno, tú haz tu show ahí… Yo te miro”.
Es que en realidad Saúl cumplía el Salmo 10:6:
“Dice en su corazón: No seré movido jamás; Nunca me alcanzará el infortunio”.
Y también Salmo 55:22: “Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla,
Pero guerra hay en su corazón".
Es que para que haya verdadera comunión intima con Dios y verdadera adoración a Dios, no puede haber una doble vida, no puede haber “doblez de corazón”.
Isaías 29:13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí”.
Y el profeta Samuel sabe lo que hay en el corazón de este hombre que hace su show de adoración pero que su corazón está lejos de Dios.
Por eso apenas unos versículos después, Dios manda a Samuel a hacer algo que sabe que le va a molestar mucho al rey Saúl y dice:
1 Samuel 16:2 “Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría”.
Esto NO era un decir, como cuando decimos: “Uh. si se entera me mata”… Saúl literalmente estaba dispuesto a matar con tal de seguir teniendo los beneficios de ser el rey de Israel.
Dios estaba totalmente en segundo o en tercer plano.
De tal manera que un tiempo después, hasta le tira un lanzazo a su propio hijo Jonatán (1 Samuel 21:33), mata a sacerdotes de Dios, sus esposas y hasta bebés de pecho (1 Samuel 22:17-19) y se esfuerza muchas veces por intentar matar a David, ya que sabía que éste iba a ocupar su lugar.
En Saúl encontramos un triste y total ejemplo de “doblez de corazón”. Mostraba una cosa pero era otra.
Pero, ¿podremos aprender de esto nosotros?
1 Corintios 10:11 nos dice que historias como éstas fueron escritas “para amonestarnos a nosotros” para que no hagamos lo mismo.
Si hemos nacido de nuevo está claro que no vamos a vivir como Saúl.
Pero ¿podemos descuidar nuestra auto-examinación y permitir cierto grado de “doblez de corazón” en nosotros?
Por supuesto que sí.
Ya hemos leído varias veces que Jeremías 17:9 dice que “engañoso es el corazón más que todas las cosas”.
Por esto Dios amonesta a gente como nosotros en Santiago 4:8,9:
"Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza" (Santiago dos versículos después los llama “hermanos”).
Es realmente necesario que constantemente inspeccionemos nuestros corazones: ¿Estoy creyendo lo que digo creer?
Proverbios 3:5 “Fíate de Jehová de todo tu corazón”.
No se trata de engañarnos a nosotros mismos imaginándonos que le creemos a Dios, sino que genuinamente nos fíamos de EL y esto afecta todo lo que pensamos y sentimos.
¿Amo a Dios realmente?
¿Me importa de verdad el saber que EL me está viendo?
¿Dios es mi máximo bien?
¿Aborrezco el pecado que EL aborrece?
¿Cuando oro creo que Dios está escuchando lo que digo y espero porque sé que EL va a responder?.
¿Qué pienso de la Palabra de Dios? Tal vez la sales a defender delante de otros que la menosprecian. Pero ¿de verdad crees que la Biblia es la Palabra de Dios y que lo que ahí está diciendo lo debes vivir ya que es Dios hablándote?
¿Por qué hacemos lo que hacemos?
¿No vivo una vida más entregada a Cristo porque realmente EL me mandó a ocupar mi tiempo en lo que hago, o me engaño como Saúl, y estoy malgastando mi vida para mí mismo?
Santiago 1:22 que existe la posibilidad latente de engañarme a mí mismo: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”.
Sino nos asemejamos a ese pueblo del que Dios dijo: “Pueblo es que divaga de corazón” (Salmo 95:10).
Cuando digo que me cuesta mantener un devocional diario delante de Dios, ¿me cuesta o no quiero hacerlo? ¿Me cuesta o en realidad me interesan más otras cosas que Dios?
¿Cuanta basura dejamos entrar en nuestros corazones? ¿Resentimiento? ¿Enojo? ¿Celos? ¿Malos pensamientos contra otros? ¿Deseos?
¿Lo miramos todo eso y clamamos a Dios para que limpie nuestro corazón o le dejamos ahí como si fuera lo mismo?
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza” (Santiago 4:8,9).
Si queremos caminar en comunión intima con Dios lo que sucede en el corazón ES CLAVE.
Dios va a comunicarse a cara descubierta con mi corazón y va a ver quién realmente soy, pienso, siento y quiero:
Proverbios 23:7 "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo".
El corazón es el verdadero imán. Si permito que mi corazón tenga más estima por cualquier cosa de éste mundo todos nuestras prácticas cristianas se vuelven vacías, rutinarias, insatisfactorias. Dios ve que podemos cantar canciones como las de hoy, pero nuestro corazón está en realidad en otro lado: Salmo 66:18 "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado".
Seguiremos hablando de esto mañana...
Luis Rodas
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Etiquetas:
La comunión íntima con Dios
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