Jeremiah Burroughs escribió: “Ten cuidado de admitir impurezas en tus pensamientos, porque el alma se relaciona con Dios en pensamientos tanto como cuando conversamos con hombres en palabras. Lo que el hablar es entre los hombres, es el pensar entre Dios y el hombre. Nosotros conversamos mucho con Dios a través de nuestros pensamientos.
Hazte consciente de tus pensamientos, trabaja para limpiar tus pensamientos, para que Dios y tu alma se relacionen profundamente”. (“To Walking of God”).
Nosotros debemos orar para que Dios examine y corrija nuestro corazón cada día:
Salmo 139:23,24 "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno".
Por esto oraba David cuando dijo en el Salmo 51:10 “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (Salmo 119:36, Salmo 86:11).
Así podremos decir como David en el Salmo 108:1 “Mi corazón está dispuesto, oh Dios;
Cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria”.
Siguiendo la práctica de pasar tiempo con Dios cada mañana y cada noche, podemos y debemos examinar nuestro corazón:
Salmo 4:4 "Temblad, y no pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah".
Podemos estar seguros que al humillarnos inspeccionando y reconociendo lo que hay en nuestros corazones y acercándonos a EL con todo eso pidiendo ayuda, tendremos comunión intima con Dios: Salmo 34:18 "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
Y salva a los contritos de espíritu".
Muchas oraciones privadas son vacías y secas porque no toman en cuenta lo decisivo que es el corazón en el caminar con Dios.
Mucha gente dice: “es que empiezo a pedir algo y luego no se qué decir”.
Lo primero es inspeccionar lo que realmente me preocupa, pienso, siento, ¿cuales son mis deseos?
“Derramad delante de El vuestro corazón” (Salmo 62:8).
Me acerco a Dios con lo que hay en mi corazón. A eso se refiere Dios cuando dice:
“me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13)
Como alguien dijo: “toma tiempo ser santo”.
Toma tiempo para mirar tu corazón y exponerlo delante de Dios.
Si sólo voy corriendo de aquí a allá, y digo: “Dios ya sabe mis necesidades y como soy”. O si no me obligo cada día a cierto horario a hacer esto y lo dejo como algo libre, pasan semanas o meses, y he despreciado la cantidad de pasajes que me enseñan que esto es una necesidad insustituible del cristiano.
Cuando verdaderamente se une tu corazón con lo que estás diciendo en oración, ahí Dios toma en serio esa oración:
Salmo 20:4 "Te dé conforme al deseo de tu corazón,
Y cumpla todo tu consejo".
Cuando no imagino que confío en Dios, sino que en mi corazón hay confianza en Dios, ahí hay paz:
“Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré” (Salmo 28:7).
Y en el Salmo 112:7: “No tendrá temor de malas noticias;
Su corazón está firme, confiado en Jehová".
La gran promesa es que así, trabajando en nuestros corazones diariamente, podemos caminar, gracias a Cristo y el poder del Espíritu Santo, íntimamente con Dios.
“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia,
Y habla verdad en su corazón” (Salmo 15:1,2).
Y de esta manera Dios, al habitar genuinamente en nuestros corazones, llena de “gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8) todo lo que sentimos, pensamos, anhelamos y hacemos:
Salmo 4:7 "Tú diste alegría a mi corazón
Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto" (Salmo 16:6).
Y la Palabra realmente afecta nuestras vidas:
Salmo 119:111 "Por heredad he tomado tus testimonios para siempre,
Porque son el gozo de mi corazón".
Como muy bien dijo Job:
“He aquí, Dios no aborrece al perfecto,
Ni apoya la mano de los malignos.
Aún llenará tu boca de risa,
Y tus labios de júbilo” (Job 8:20,21).
Porque “de la abundancia de corazón habla la boca” (Mateo 12:34).
Por esto dice el Salmo 119:2:
“Bienaventurados los que guardan sus testimonios,
Y con todo el corazón le buscan”.
Me gustaría terminar con un ejemplo de un hombre que caminó en comunión intima con Dios:
George Whitefield (1714-1770):
"El más sabio de los hombres nos ha dicho que 'los caminos de la sabiduría son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz’ (Proverbios 3:17). Y recuerdo al piadoso señor Henry, cuando estaba a punto de expirar, le dijo a un amigo: `Haz oído las últimas palabras de muchos hombres, y éstas son las mías: Una vida dedicada a la comunión con Dios, es la vida más placentera que alguien puede tener en este mundo'.
Puedo confirmar que esto es cierto. He disfrutado más sólidos placeres en un momento de comunión con mi Dios, de lo que podría haber disfrutado en los caminos del pecado, si hubiera continuado en ellos por miles de años” (“Walking with God”).
Luis Rodas
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Etiquetas:
La comunión íntima con Dios
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Gracias!! Una gran bendicion!
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