LA COMUNIÓN INTIMA CON DIOS Y NUESTROS PENSAMIENTOS



Continuamos con el Salmo 15.
La semana pasada empezamos a ver el verso 3 que habla de los pecados de la lengua: “que no calumnia con su lengua”.
Hoy vamos a hablar de cómo cuidarnos para no pecar con la lengua en general.

La lengua llena de veneno no sólo hace daño a la persona que le da rienda suelta, sino a los que la rodean.
De sí mismo dice Santiago 3:6  que “la lengua contamina todo el cuerpo”.
Y Eclesiastés 10:12: “Los labios del necio causan su propia ruina”.
Hacia los demás dice Proverbios 12:18: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada”.

Por el contrario dice el mismo versículo (Proverbios 12:18) “la lengua de los sabios es medicina”.

Pero hoy vamos a ir un poco más profundo:
La semana pasada vimos en la Palabra que Jesús dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34).
Por lo que si queremos no contaminarnos nosotros mismos y no contaminar a otros con lo que hablamos, hay dos claves esenciales:

1- refrenar la lengua. Por lo general Dios no va a taparte la boca. El mandato bíblico es: “Guarda tu lengua del mal” (Salmo 34:13).
“El que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19).

2- Cuidar los pensamientos del corazón (esto es lo que vamos a hablar hoy).

La Biblia explica que lo que pensamos pasa por un órgano muy complejo llamado cerebro para poder traducirlo en acciones a través del resto del cuerpo. Pero que son desarrollados en el ser interior del hombre. Lo que la Biblia llama “corazón”.
Un ejemplo lo vimos la semana pasada (Proverbios 23:7).
No es el órgano llamado corazón el que piensa. Sino que con “corazón” la Biblia se refiere al mismo centro del ser del hombre. Su lugar más íntimo. “Diccionario de Teología” de Everett Harrison: “La vida personal interior” (Pag. 127).

Es en el corazón donde se reciben, fabrican, alientan y moldean los malos pensamientos (Mateo 15:19).
Y es en el corazón donde pueden recibir, fabricar, alentar y moldear los buenos pensamientos (Salmo 49:3).
En éste verso otra vez encontramos la unidad entre el corazón y la boca:
“Mi BOCA hablará sabiduría,
y el PENSAMIENTO DE MI CORAZÓN inteligencia”.
Aquí encontramos “el pensamiento del corazón” sano, sabio.

Pero hoy principalmente vamos a estudiar un consejo del rey Salomón a su hijo en Proverbios 4:20-23:
"Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. 
No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; 
Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. 
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;  Porque de él mana la vida"
Proverbios 4:20-23.

Aquí encontramos todo el proceso completo del pensamientos bueno y sabio:
1- Poner nuestra atención en lo que sí es bueno para anidar en el corazón: “Hijo mío, está atento a mis palabras” (4:20).
Estar atento es prestar atención. Un esfuerzo consciente de enfocarnos, considerar y estar atentos a los pensamientos sabios en nuestro corazón.

2- Parte de estos pensamientos del corazón vienen a través de lo que oímos: “inclina tu oído a mis razones” (4:20).
Debemos tener mucho cuidado de lo que oímos y a quién oímos. ¡Eso afecta directamente a nuestro corazón!
Por esto Proverbios 19:27 nos aconseja:
Proverbios 19:27 "Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas 
Que te hacen divagar de las razones de sabiduría".
Este proverbio nos enseña que lo que oímos nos puede hacer perder el tiempo y desviarnos: “que te hacen divagar de las razones de sabiduría”.
“Ay… pero yo soy fuerte en lo que creo y pienso. Nadie me puede desviar”.
¿Sí? Pues la Biblia dice que tengamos cuidado. Si Dios lo dice por algo será.
Al oír a alguien que habla neciamente podemos estar escuchando al mismo diablo que quiere sembrar necedad en nuestro corazón.
¿Recuerdan a Pedro exhortando a Jesús en Mateo 16:21-23?
Jesús le habla a Satanás y le dice: “me eres tropiezo”.
Proverbios 1:10 “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas”.
Si vas a ayudar a alguien cuya boca es peligrosa, un buen consejo:
Hazlo con MUCHO CUIDADO.
Judas 22,23 "A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne".
Debemos ayudar al que vive como necio, pero con mucho cuidado. Y si le hablamos una y otra vez y cada vez que lo vemos sigue “espumando su vergüenza” (Judas 13), ya es hora de seguir nuestro camino. A cuantos usa el diablo para atacar la mente de los cristianos bajo la bandera de “necesita ayuda”. Que necesita ayuda no cabe duda. Pero la pregunta es: “¿la quiere?” ¿Quiere ayuda?
Cuantas veces he visto a personas que son contaminadas por otros que empiezan: “Ay… que en la Iglesia sólo hay hipócritas. ¿Viste lo que dijo fulano? ¿Te diste cuenta como mengano se quiere hacer ver?”
La Biblia llama a una persona así “maldiciente”. Y 1 Corintios 5:11 dice:
“Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o MALDICIENTE, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”.
En Tito 2:10, Pablo escribe que “al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación” hay que “desecharlo”.
No significa que si se arrepiente no lo recibas con amor. ¡NO!
Sino que tengas MUCHO CUIDADO hasta que se arrepienta. Y si le hablas y sigue igual. Mantenlo a distancia hasta que se arrepienta.

3- No basta sólo con pensamientos buenos y sabios ocasionales. Es una guerra para mirar todo lo que nos rodea conforme a ellos: “No se aparten de tus ojos”.
Si nos descuidamos un poco, los ojos rápidamente comienzan a ver las cosas de forma negativa, oscura, con rasgos de amargura, ira, resentimiento, etc….
Jesús dijo: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas” (Mateo 6:22,23).

Debemos luchar por verlo todo conforme a esas verdades bíblicas que hemos abrazado:
Proverbios 23:26: “Dame hijo tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos”.

El impío mira todo conforme a su iniquidad:
Salmo 36:1 “No hay temor de Dios delante de sus ojos”.
Dice Proverbios 17:24 que “los ojos del necio vagan”. El dice “yo soy libre y puedo ver las cosas como yo quiero”. Pero en realidad al permitir que sus ojos vaguen y ver el mundo como su naturaleza pecaminosa quiere, Satanás lo pasea libremente por deslizaderos cuyo final es la condenación eterna.

Pero el hijo de Dios debe atender el consejo de Dios y cuidar como mira el mundo que lo rodea: Proverbios 3:21,22 "Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; 
Guarda la ley y el consejo, Y serán vida a tu alma, Y gracia a tu cuello".

“gracia a tu cuello”: Este pensar sabio en el corazón es el collar con el que el Señor hermosea a Su iglesia (Proverbios 4:7-9).
Vean a aquí a la desposada de Cristo embellecida por Su Amado preparandola para la Boda:
Collar de perlas en el cuello: “gracia a tu cuello” (Proverbios 3:22)
Corona real en su cabeza: “Adorno de gracia dará a tu cabeza;
corona de hermosura te entregará” (Proverbios 4:9).

Para esto es realmente necesario buscar a Dios de mañana y de noche (Salmo 119:147,148).
Limpiamos nuestros ojos a través de la meditación en la Palabra de Dios. Analizamos nuestros pensamientos y lo que no pasa por el filtro perfecto de las Escrituras, lo echamos fuera y ponemos en su lugar los pensamientos perfectos de Dios (Salmo 19:8).
- Al arrancar los malos pensamientos y poner en su lugar la verdad de la Palabra de Dios el corazón pisotea la amargura, el odio, el rencor y muchas tristezas; y se alegra.
-Por consecuencia nuestros ojos son alumbrados. Comenzamos a ver las cosas diferentes. “El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos”.
-Tu mirada se llena de fe, amor hacia otros, perdón, gratitud, esperanza, etc, etc…
¡Que glorioso fruto encontramos al limpiar nuestro corazón y ojos con la Palabra de Dios!


Luis Rodas


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