Hermanos, me gustaría que pudiéramos entender esto bien:
La vida fructífera y victoriosa del cristiano depende a cada momento del fluir constante de la gracia de Dios.
¿Conocen los molinos de agua?
Un molino de agua puede moler cereales o generar electricidad. Al correr el agua por el molino esto le provoca el movimiento.
El agua cesa, el molino cesa.
¡Así es la vida del cristiano!
Imaginemos que hay piedras que van estorbando el acceso del agua, ¿qué va a pasar?
Al perder fuerza el agua en el molino este ya no puede cumplir su función.
En el Salmo que hemos estado estudiando, y en este pasaje de Isaías que acabamos de leer, estas piedras pueden ser:
- la falta de integridad
- la falta de hábitos de justicia
- una doble vida
- pecados de la lengua (criticas, quejas, murmuración)
- hacerle mal a otros
- dejarnos influenciar por el mundo
- descuidar nuestra comunión con otros hermanos
- mentir
- dejar a un lado a Dios en nuestra vida cotidiana
- desagradar a Dios en busca de algún beneficio personal
Así el fluir de agua cesa. Y si el agua cesa, el molino cesa.
Esto es a lo que se refiere 1 Tesalonicenses 5:19 cuando nos dice: “no apaguéis al Espíritu”. Y Efesios 4:30 cuando nos insta: “No contristéis al Espíritu Santo de Dios”.
¡Necesitamos quitar esas piedras y el agua va a correr poderosamente en nuestro molino en cada momento del día!
Así el cristiano no pasa sólo un momento del día en las alturas. El “habita en las alturas”.
Y cuando pecamos no seguimos como si nada y lo tapamos con actividades. ¡NO!
Nos “acercamos con corazón sincero” a Dios (Hebreos 10:22) y “alcanzamos misericordia y hallamos gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
Así el cristiano tiene la fuerza necesaria para caminar con Dios cada día. Así encuentra la fuerza para ser piadoso en su diario vivir:
Volvemos a Isaías 33:16:
“fortaleza de rocas será su lugar de refugio” .
Así el creyente se ve rodeado del favor del Señor como con un escudo (Salmo 5:12).
Así el creyente ve al Señor como “refugio en el tiempo de la angustia” (Salmo 9:9).
Así el creyente se alegra en la salvación del Señor como Ana en 1 Samuel 2:1 y canta junto a ella: “EL guarda los pies de sus santos” (1 Samuel 2:9).
Así el creyente canta junto a David: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador. Dios mío, fortaleza mía, en EL confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Salmo 18:1,2).
Así el creyente grita: “Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros” (Salmo 18:29).
Así el creyente clama: “estos confían en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie” (Salmo 20:7,8).
Así el creyente anuncia: “Mis ojos están siempre hacia Jehová” (Salmo 25:15).
(Pueden leerlo también en Job 11:14,15)
Si somos débiles en Dios, ¿como tendremos la fortaleza para ser “luminares en el mundo” “en medio de una generación maligna y perversa” (Filipenses 2:15)?
Si somos débiles en Dios, ¿como tendremos la fortaleza para ser padres piadosos que son ejemplo para sus hijos?
Si somos débiles en Dios, ¿como tendremos la fortaleza para estimar todas las cosas como pérdida con tal de conocer más a Cristo cada día (como Pablo en Filipenses 3:8)?
Si somos débiles en Dios, ¿como tendremos la fortaleza para ser “fieles en todo” en el trabajo “adornando la doctrina de Dios” (como nos manda Tito 2:10)?
Etc, etc, etc...
¡Hermanos… nuestro llamamiento en Cristo es muy alto… y sólo lo podemos vivir habitando en las alturas!
Es viviendo así que tenemos todo lo que necesitamos:
Volvemos a Isaías 33:16:
“se le dará su pan, y sus aguas serán seguras”.
El hombre piadoso que camina con Dios es fuerte en Dios (Salmo 37:31).
¡Esta es una clase de vida superior, más alta!
La gran bendición del que está en Cristo es, como escribió el apóstol Juan en 1 Juan 1:3, que ahora “nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo”.
Mañana veremos un poco más al respecto.
Luis Rodas
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