Para poder entender mejor esta reflexión, sería muy importante que leas primero la anterior.
Allí hicimos un recorrido rápido de la historia de la guerra entre el pueblo de Dios y un pueblo rebelde a Dios, como “simiente de la serpiente” (Génesis 3:15), que infinidad de veces manifiesta su rebelión persiguiendo a aquellos fieles a Dios.
¡Esta guerra es muy clara de principio a fin en las Escrituras!
Y, por ejemplo, los Salmos están llenos de un pueblo que sufre en manos de los enemigos de Dios, y clama a su Dios por justicia.
Y este gemido pidiendo justicia no sólo lo encontramos en asuntos personales, donde por ejemplo David pide que Dios inspeccione su caso y vea que él es justo y los que lo acusan son culpables (Salmo 7:8-11; 25:24-26), o de la nación de Israel en casos particulares para ese momento (Salmo 79:11,12; Salmo 83).
En los Salmos también encontramos el gemido general del pueblo de Dios, y promesas de una era general que vendrá donde Dios manifestará su justicia, salvará a los suyos del sufrimiento, y condenará por completo a los injustos:
Salmo 9:7-9:
“Jehová permanecerá para siempre;
ha dispuesto su trono para juicio.
EL juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.
Jehová será refugio del pobre”.
Salmo 95:10-13:
“Decid entre las naciones: Jehová reina…
Juzgará a los pueblos en justicia.
Alégrense los cielos, y gócese la tierra…
delante de Jehová que vino;
porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia”.
En esta era que vendrá, dice Dios del Mesías en el Salmo 89:23:
“Quebrantaré delante de él a sus enemigos,
y heriré a los que le aborrecen”.
Por esto, el profeta Isaías también anuncia del Mesías en Isaías 32:1:
“He aquí que para justicia reinará un rey”.
En Isaías 42:1:
“El traerá justicia a las naciones”.
Y en Isaías 51:5:
“Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos”.
Y el profeta Malaquías hablando también del Mesías anunció:
“Viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación” (Malaquías 4:1,2).
Así, cuando el padre de Juan el Bautista, Zacarías, supo por el Espíritu Santo que había llegado el tiempo del Mesías, profetizó:
“Bendito el Señor Dios de Israel,
que ha visitado y redimido a su pueblo,
y nos levantó un poderoso Salvador
en la casa de David su siervo,
como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;
salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron” (Lucas 1:68-71).
Y es por esto también que aquellos que ya están en el cielo esperando el cumplimiento final de las promesas de Dios, siguen con corazones que claman por la justicia, diciendo: “¿Hasta cuando, Señor santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (Apocalipsis 6:10).
Todo esto será llevado a cabo por Jesús. Lo cual podemos saber anticipadamente al ver en Apocalipsis 19 que mientras “una multitud en el cielo” alaba a Dios diciendo “sus juicios son verdaderos y justos” (19:1,2), el que desciende a la tierra en juicio es el Señor, a quien se le llama en el versículo 11 “Fiel y Verdadero”, y se describe como aquel que “con justicia juzga y pelea” (19:11).
En la próxima reflexión seguiremos hablando de esto…
Luis Rodas
.
Etiquetas:
Reflexiones acerca de la Navidad
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario