18 El Mesías traerá justicia - Reflexiones acerca de la Navidad



Para poder entender mejor esta reflexión, sería muy importante que leas primero la anterior.
Allí hicimos un recorrido rápido de la historia de la guerra entre el pueblo de Dios y un pueblo rebelde a Dios, como “simiente de la serpiente” (Génesis 3:15), que infinidad de veces manifiesta su rebelión persiguiendo a aquellos fieles a Dios.
¡Esta guerra es muy clara de principio a fin en las Escrituras!
Y, por ejemplo, los Salmos están llenos de un pueblo que sufre en manos de los enemigos de Dios, y clama a su Dios por justicia.
Y este gemido pidiendo justicia no sólo lo encontramos en asuntos personales, donde por ejemplo David pide que Dios inspeccione su caso y vea que él es justo y los que lo acusan son culpables (Salmo 7:8-11; 25:24-26), o de la nación de Israel en casos particulares para ese momento (Salmo 79:11,12; Salmo 83).
En los Salmos también encontramos el gemido general del pueblo de Dios, y promesas de una era general que vendrá donde Dios manifestará su justicia, salvará a los suyos del sufrimiento, y condenará por completo a los injustos:
Salmo 9:7-9:
“Jehová permanecerá para siempre;
ha dispuesto su trono para juicio.
EL juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.
Jehová será refugio del pobre”.

Salmo 95:10-13:
“Decid entre las naciones: Jehová reina…
Juzgará a los pueblos en justicia.
Alégrense los cielos, y gócese la tierra…
delante de Jehová que vino;
porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia”.

En esta era que vendrá, dice Dios del Mesías en el Salmo 89:23:
“Quebrantaré delante de él a sus enemigos,
y heriré a los que le aborrecen”.

Por esto, el profeta Isaías también anuncia del Mesías en Isaías 32:1:
“He aquí que para justicia reinará un rey”.
En Isaías 42:1:
“El traerá justicia a las naciones”.
Y en Isaías 51:5:
“Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos”.

Y el profeta Malaquías hablando también del Mesías anunció:
“Viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación” (Malaquías 4:1,2).

Así, cuando el padre de Juan el Bautista, Zacarías, supo por el Espíritu Santo que había llegado el tiempo del Mesías, profetizó:
“Bendito el Señor Dios de Israel,
que ha visitado y redimido a su pueblo,
y nos levantó un poderoso Salvador
en la casa de David su siervo,
como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;
salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron” (Lucas 1:68-71).

Y es por esto también que aquellos que ya están en el cielo esperando el cumplimiento final de las promesas de Dios, siguen con corazones que claman por la justicia, diciendo: “¿Hasta cuando, Señor santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (Apocalipsis 6:10).

Todo esto será llevado a cabo por Jesús. Lo cual podemos saber anticipadamente al ver en Apocalipsis 19 que mientras “una multitud en el cielo” alaba a Dios diciendo “sus juicios son verdaderos y justos” (19:1,2), el que desciende a la tierra en juicio es el Señor, a quien se le llama en el versículo 11 “Fiel y Verdadero”, y se describe como aquel que “con justicia juzga y pelea” (19:11).

En la próxima reflexión seguiremos hablando de esto…


Luis Rodas


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