20 El reino prometido - Reflexiones acerca de la Navidad



Dios creó al ser humano como su representante en la tierra. El gobernante de la tierra dirigiendo la creación para alabanza de Dios (Génesis 1:27,28; Salmo 8).
Cuando Satanás guió al pecado al hombre (Génesis 3:1-6), a partir de ahí el hombre quedó dominado por el pecado (Romanos 6:17), y así, utilizando el pecado y la muerte, el diablo dominó al hombre (Efesios 2:1-3; Hebreos 2:14,15), y a través de él la tierra (1 Juan 5:19).
De esta manera el reino de Satanás dominó sobre la tierra (Mateo 12:26).

Pero Dios, desde el primer momento, estuvo determinado a vencer a sus enemigos, y establecer SU reino sobre la tierra. Ese reino que le encomendó al hombre, y que el hombre entregó al diablo en su pecado (Lucas 4:5,6).
Así, ni bien sucedió esto, fue anunciada una guerra, en la que un descendiente de mujer daría un golpe mortal (Génesis 3:15).

Hasta que, un poco más adelante, Dios especifica de qué mujer vendrá la simiente que traerá la victoria. Para esto llama a un hombre cuyo nombre era Abram (Génesis 12), y le dice que su esposa Sara es la elegida (Génesis 18:1-15). Y Dios le promete que de su “simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:18).
Pasan muchos años y nace el hijo prometido: Isaac (Génesis 21), y la línea de la promesa continúa a través de su hijo Jacob (Génesis 35:11,12), cuyo nombre luego es cambiado a Israel (Génesis 35:10). A Israel le nacen 12 hijos, pero él profetiza sobre uno de ellos, Judá, que un hijo suyo será el gobernante que traerá victoria sobre el enemigo (Génesis 49:8-12).
Pasan las generaciones y el pueblo de Israel sufre, mientras Dios sigue señalando hacia el día de la victoria. Dios anuncia a través de Moisés: “Yo tomaré venganza de mis enemigos, y daré retribución a los que me aborrecen”. Y Moisés profetiza: “EL vengará la sangre de sus siervos” (Deuteronomio 32:41-43).

Hasta que un descendiente de Judá, David, comienza a reinar sobre Israel, pero Dios le dice: “Levantaré después de ti a uno de tu linaje el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino... Yo afirmará para siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:12,13).
La simiente de la mujer sería un hijo de David, y sería un rey que traería un reino eterno. Y en el Salmo 89:23,27 Dios dice de este descendiente de David: “Quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que me aborrecen... El más excelso de los reyes de la tierra”.
En esa misma época, Dios habló más acerca de este Rey que vendría, al cual se le daría “por herencia las naciones, y como posesión suya los confines de la tierra”, definiéndolo como su propio Hijo (Salmo 2).

Y posteriormente explicó a través de sus profetas que el reino que traería este Rey, sería el mismo reino de Dios. Isaías profetizó que Dios mismo vendría con poder (Isaías 40:9-11) a través de su escogido en el cual tiene contentamiento (Isaías 42:1-9). Así Isaías 52:7 profetiza de un mensajero que anuncia las buenas nuevas, diciendo: “Tu Dios reina”. Y Daniel profetizó: “El Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido... permanecerá para siempre” (Daniel 2:44). Y vio que “con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran”. Y agregó: “Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará” (Daniel 7:13,14). Jeremías 23:5 dice que será un nuevo David que “reinará como Rey... y hará juicio y justicia en la tierra”. Y según Isaías 42:4, “no se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia”. Y traerá la más absoluta consolación a su pueblo (Isaías 50-55).
Zacarías 14:9 anunció: “Y Jehová será rey sobre toda la tierra”. Y en ese tiempo, según Daniel 7:22,27, “los santos recibirán el reino”.

Como escribió I. Howard Marshall, “el reino es la acción de Dios de intervenir en la historia humana para establecer su gobierno en la tierra” ("Luke. Historian & Theologian”. Pag. 129).
¡Esto es de lo que habló ampliamente Jesús en su ministerio!
El ser humano se encuentra en la más terrible consecuencia de caos y aflicción por haber abandonado a Dios, y EL lo rescata, y vuelve a establecer su reino victorioso sobre todos los enemigos.


Luis Rodas


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