22 Cómo entrar en el reino - Reflexiones acerca de la Navidad



El día del nacimiento de Jesús, un ángel se le apareció a un grupo de pastores en el campo, y les dijo:
“He aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:
que os nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10,11).

¡Este es el típico anuncio llamado “evangelio”!
El término “evangelio”, el cual significa “buenas noticias”, no fue inventado por los cristianos. En aquella época tanto los judíos como los gentiles usaban esa palabra. Evangelio era un mensaje de la autoridad gobernante hacia el pueblo, que anunciaba una gran noticia. Esta gran noticia podía ser la victoria en una batalla, o también el nacimiento del hijo del rey o la ascensión de un nuevo rey.
Para esto la autoridad gobernante enviaba un mensajero al pueblo. Este anunciaba la gran noticia y si el pueblo debía prepararse en algo para esta gran noticia.
Aquí el ángel está anunciando el “evangelio”, las "nuevas de gran gozo” del nacimiento de Jesús. Y no se refiere sólo al compartir la alegría de un bonito nacimiento. ¡Es el nacimiento de la Persona prometida por todo el Antiguo Testamento, de principio a fin, es el “Salvador, es Cristo el Señor”.
El ángel resumió en muy pocas palabras el tema de nuestra reflexión de hoy: cómo entrar en el reino.
Si Jesús es el “Salvador, es Cristo el Señor”, debemos someternos a EL. Es el Cristo, el señalado por el Padre para reinar sobre la creación (Salmo 2:4-9), es el Señor (Salmo 110:1). Y cuando el Espíritu Santo habló de EL en el Salmo 2, dijo lo siguiente:
"Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían” (Salmo 2:12).

Esto requiere lo que Jesús el Señor mismo ordenaba: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15).
Por tanto todo ser humano, si cree que Jesús es el Cristo, debe abandonar su rebelión contra Dios y someterse a EL. Esto es honrar al Hijo, esto es confiar en EL como el Señor, esto es creer en las "nuevas de gran gozo”. A los que hacen esto, las palabras son bien claras: "Bienaventurados todos los que en él confían”.

El arrepentimiento y el creer en el evangelio son inseparables.
El que cree en las buenas nuevas de que aquel niño que nació en Belén ese día fue y es el Cristo prometido en las Escrituras, actúa en consecuencia. No es la perfección de sus obras que lo salva, son las obras impulsadas por la fe. ¡Eso es la misma fe!
Un ejemplo: imagínate que tú estás en la Iglesia con otros hermanos en alguna actividad. Pero yo te llamo por teléfono y te digo que estoy afuera, y que veo desde afuera un enorme incendio en el techo de la Iglesia. Que salgan, que corran ya hacia la calle.
Dos posibles reacciones:
a) miras a los hermanos en la fe, sonríes, me dices "sí, sí, gracias hermano. Gracias por preocuparte. Ya lo hacemos”. Pero con toda calma cuelgas la llamada. Y sigues adelante haciendo lo que estabas haciendo.
b) te desesperas y a los gritos le cuentas al resto de hermanos lo que yo dije y empiezan a correr todos hacia la calle

Pregunta: ¿cuál de las dos opciones muestran fe en el aviso que hice que se estaba prendiendo fuego el techo? ¿La opción a) o la b)?
La opción b), ¿verdad?

Y suponiendo que te llamé por teléfono y tú reaccionaste como la opción b), está claro que NO es la perfección de tu salida lo que mostrará si me creíste o no. Sino tu salida en sí.
¡Así es este llamado del evangelio de que Jesús es el Cristo, el Señor!
No es la perfección de tus obras, ni la comprensión teológica minuciosa y total de todo lo que implica el evangelio; sino una fe que impulsa a la persona a seguir al Señor con todo el corazón, el alma, las fuerzas y la mente.
No se trata sólo de un asentimiento intelectual, no es sólo un estar de acuerdo con la historia de Jesús, ni basta sólo con afirmar que Dios existe.
A esto se refirió Santiago cuando escribió: “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Santiago 2:24). No porque Dios mide si tú llegas al nivel de obras que logren tu inclusión en el reino. NO.
Lo que está diciendo Santiago es que “la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). O dicho de otro modo: las obras son la fe. La fe es lo que impulsa las obras. Si alguien dice que Jesús es el Señor, pero no se somete a EL, su fe no existe, es algo muerto.
Es mas bien la fe, el creer en las buenas noticias, lo que da tal convicción, certeza (Hebreos 11:1) que Jesús es el Cristo, que produce que alguien viva buscando agradarle.
A esto se refería Jesús cuando dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). Y en Lucas 6:46: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”
Para Jesús la obediencia era la fe de que EL es Cristo el Señor. Si alguien sólo vive por lo terrenal es señal de que no está viendo, por la fe, lo que no se ve (Juan 5:44).

Como ese pequeño hombre llamado Zaqueo que cuando Jesús lo visitó, le dijo: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”.
¡Nota como llama a Jesús! El le dice “Señor”.
¿Qué responde Jesús el “Señor"?
“Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lucas 19:8,9).
Otro caso lo vemos en el “malhechor” al lado de la cruz de Jesús.
1- El muestra arrepentimiento, limitado por el breve tiempo hasta su muerte, al decirle a otro malhechor crucificado: “Recibimos lo que merecieron nuestros hechos".
2- Cree en el evangelio: Le dice a Jesús: “acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. De esta forma estaba reconociendo que Jesús es el Cristo prometido por todo el Antiguo Testamento que volverá a reinar sobre toda la creación.
¿Qué respondió Jesús?
“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:39-43).

¿Crees que Jesús es Cristo el Señor como anunció aquel ángel a los pastores en el día de su nacimiento?


Luis Rodas




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