En las anteriores reflexiones estuvimos hablando acerca del reino de Dios prometido en las Escrituras, cuya promesa final es el traer una “restauración de todas las cosas” (Hechos 3:21), una nueva creación donde habrá “cielos nuevos y tierra nueva” (2 Pedro 3:13).
¡Esta es la esperanza del creyente!
Pero todo esto no sólo es algo futuro. También esta nueva creación ya comenzó a operar.
Como escribió Gregory Beale, profesor en el Seminario Teológico de Westminster, “la muerte y resurrección de Cristo lanzó el comienzo de la nueva creación profetizada por Isaías" (“A New Testament Biblical Theology”. Pag. 231).
Colosenses 1:18 afirma que Jesús es “el primogénito de entre los muertos”. Pablo describe a Jesús en Hechos 26:23 como “el primero de la resurrección de los muertos”. Y 1 Corintios 15:20 nos dice que Cristo es “primicias de los que durmieron”. Esto es, como explica Anthony Thiselton, “el primer fruto en la cosecha entera que vendrá, en la que la resurrección de Cristo garantiza que todos los que están en Cristo también serán resucitados” (“The First Epistles of the Corinthians”. Pag. 1224).
Los testigos de su resurrección vieron con sus propios ojos el principio de la nueva creación de Dios. La primera parte de “la restauración de todas las cosas” (Hechos 3:21). El cuerpo de Jesús, con los efectos de la caída del hombre, que se cansaba, tenía hambre y podía morir, fue transformado en uno nuevo. La nueva creación de Dios prometida había empezado a manifestarse.
Así, Jesús fue el primero en la resurrección que un día experimentará todo el que está en Cristo (1 Tesalonicenses 5:14; 1 Corintios 15:51).
Nuestro cuerpo terrenal se transformará en un cuerpo celestial (1 Corintios 15:48,49), “en poder” (1 Corintios 15:43), “espiritual” (1 Corintios 15:44), “inmortal” (1 Corintios 15:54). Ya no sólo será Jesús la única parte de esa nueva creación que Dios traerá, sino que nuestro cuerpo, según Filipenses 3:20,21, será “semejante al de la gloria suya”, ya que según 1 Juan 3:2, “cuando (Jesús) se manifieste, seremos semejantes a EL”.
Como escribió Gregory Beale: “la resurrección es el medio por el cual los creyentes se vuelven una parte de la nueva creación, primero espiritualmente en la conversión, luego fisicamente en el fin de la era en la resurrección final" (“A New Testament Biblical Theology”. Pag. 255).
Pero, la restauración de todas las cosas ya comienza en aquellos que están en Cristo.
Por lo pronto, ya, algo de esta nueva creación es experimentado por aquellos que están en Cristo, de tal manera que Colosenses 3:1 dice que hemos “resucitado con Cristo".
Así Efesios 1:19,20 habla de “la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos”. ¡La Iglesia de Cristo experimenta en el presente una parte de lo que Pablo sintetizó como “el poder de su resurrección” (Filipenses 3:10). Y por esto Efesios 2:10 afirma: “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, para buenas obras”.
Algo muy similar a 2 Corintios 5:14-17:
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así."
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
Somos, como explica Gálatas 6:15, “una nueva creación”.
De la misma manera que el cuerpo resucitado de Jesús fue, del viejo cuerpo hecho uno nuevo, así nosotros en el nuevo nacimiento, tenemos un anticipo de la resurrección, y del “viejo hombre” (Efesios 4:22); fuimos hechos un “nuevo hombre” (Efesios 4:24). Hasta llegar al cumplimiento final del plan de Dios que reflejan las palabras de Jesús en Apocalipsis 21:5: “yo hago nuevas todas las cosas”.
Luis Rodas
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