“Os ruego, pues, hermanos,
por el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
que habléis todos una misma cosa,
y que no haya entre vosotros divisiones,
sino que estéis perfectamente unidos
en una misma mente y un mismo parecer” (1 Corintios 1:10)
Aquí encontramos ideas muy raras.
¿Por qué raras?
¿Una Iglesia que hable una misma cosa, esté perfectamente unida en una misma mente y un mismo parecer?
¿No es eso algo MUY raro?
No solamente es algo muy raro de encontrar, sino que en esta era donde el pluralismo parece ser un inquebrantable santo mandamiento, ¿acaso alguien quiere o se atreve a proponer una Iglesia así?
Vuelvo a decir: ¿hermanos que hablen una misma cosa, estén perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer?
Sin embargo, para el apóstol Pablo no sólo NO es raro, sino que les ruega que vivan así: "os ruego, pues, hermanos” (1:10).
Ellos están experimentando “divisiones” (1:10). Y estas “divisiones” han estado causando “contiendas” (1:11) que conforman diferentes grupos (1:12).
Nuestra cultura actual llegaría a una conclusión muy rápida: es bueno que haya diferentes perspectivas. ¡Muy bueno!
"Lo malo es que esas diferentes perspectivas los lleven a las ‘contiendas'. Cada uno debe pensar y creer lo que mejor le parezca, pero todos deben respetarse amablemente. Así van a disfrutar de 'unidad’".
Piénsalo un momento. Esto ha calado tan profundamente dentro de la cultura de nuestras congregaciones, que nos parece INCUESTIONABLE. ¡La base celestial de la unidad cristiana!
Por lo tanto cuan raro es leer al apóstol Pablo atacar no sólo las "contiendas", sino también las “divisiones” en sí.
El ve de forma NEGATIVA las dos cosas por igual.
Pablo presenta en este versículo como algo malo no sólo que las diferentes perspectivas causen “contiendas” y grupos separados (1:12,13), sino la diferencia en cuanto a perspectivas, opiniones, conductas y posturas teológicas, en sí.
El ruega: “que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones” (1:10).
¡Y para esto va a escribir 16 capítulos para decirles la verdad sobre cada tema que los divide!
¿Lo ves?
NO dice: “cada uno es libre de conformar su propia opinión, pero, respétense, que esto no los lleve a la desunión. Que dentro de la Iglesia convivan todas las diferencias y no se separen”.
¡NO! ¡NO!
¡Justo lo contrario!
En este pasaje, ni en ninguna porción del Nuevo Testamento, vamos a encontrar frases como: “¿Quién es el dueño de la verdad? No sean soberbios. El parecer de cada uno es válido”.
¡NO!
Pablo escribe en otras palabras: “No se desunan, mantengan una misma opinión, perspectiva, conducta, postura teológica. Pónganse de acuerdo, lleguen a un mismo parecer”.
O literalmente en la versión de “La Biblia de las Américas": “Que todos os pongáis de acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer” (1:10).
Los corintios enfrentaban muchas problemáticas: un caso de fornicación (cap. 5); juicios entre hermanos (6:1-8); dudas de si los solteros, divorciados y viudos/as podían casarse (7:8,9); si era lícito el divorcio (7:10-16); qué hacer ante los ídolos paganos (cap. 8 y 10); qué hacer con algunos que se embriagaban en la cena del Señor (11:17-34); el orden en las reuniones de la Iglesia (cap. 12-14), dudas de si la resurrección sucedería o no (cap. 15).
¿Te imaginas si el apóstol Pablo les respondiera: “respeten las diferentes opiniones. Cada uno actúe según su parecer”?
Como escribió el pastor John MacArthur:
“El apóstol demanda unidad interna entre sus mentes individuales y unidad exterior en las decisiones que toman como grupo.
Unidos en la verdad, con sus creencias, convicciones y parámetros, y en la conducta con principios morales aplicados a su vida práctica. La única fuente de esa clase de unidad es la Palabra de Dios que establece el parámetro de verdad en que se fundamenta la unidad verdadera” (“Biblia de Estudio”. Pag. 1578).
Luis Rodas
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