“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor” (Filipenses 4:2).
Implicitamente se deja ver un gran contraste en la situación de Evodia y Síntique.
Las ideas de guerra y paz nos dejan una gran enseñanza para nosotros.
La exhortación de Pablo para ellas es de paz: "que sean de un mismo sentir" (Filipenses 4:2).
Hoy estas dos hermanas están distraídas en peleas innecesarias, pero no siempre fue así. En otro tiempo estaban concentradas en combates infinitamente más útiles. Pablo las describe: "éstas que COMBATIERON juntamente conmigo en el evangelio" (Filipenses 4:3)
Si Evodia y Síntique dejan de distraerse con sus conflictos, vuelven a concentrarse en el "combate en el evangelio", y así encuentran paz entre ellas; el resultado será también "la paz de Dios... (en sus) corazones... y pensamientos" (Filipenses 4:7)
Uno de los grandes enemigos en nuestro caminar con Cristo es permitir que nuestro corazón se contamine con malos pensamientos hacia hermanos.
Por esto Colosenses 3:15 nos insta: "la paz de Dios gobierne en vuestros corazones".
Es como un virus que comienza atacando en secreto tu propio corazón, luego continúa envenenando tu relación con otros, genera conflictos amargos, luego logra interrumpir por completo tu relación con Dios, y arruina e neutraliza tu trabajo en el Señor.
Los resultados siempre son devastadores.
¿Donde comenzó todo?
En permitir malos pensamientos en tu corazón.
Por esto Pablo agrega en el pasaje "hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, EN ESTO PENSAD" (Filipenses 4:8).
Cuantos creyentes que en su momento "combatían en el evangelio", en su descuido, dejaron que sus corazones se contaminen paulatinamente y hoy están debilitados, perturbados, sin el menor ánimo para la causa de Cristo.
Y no sólo esto, este virus que comenzó atacando la paz con nuestros hermanos va dañando rápidamente también nuestros matrimonios y relaciones con nuestros propios hijos.
Hermanos, el mandato de Dios para nosotros es bien claro: "Tened paz entre vosotros" (1 Tesalonicenses 5:13).
¿El resultado en nuestra vida personal?
"Y la paz de Dios... gobernará vuestros corazones y vuestros pensamientos" (Filipenses 4:7).
Luis Rodas
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