Un manual infalible de paz



“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).

Es una realidad que un pecado no viene solo, en todos los casos trae luego otros pecados con él y juntos te jalarán hacia la adicción (Proverbios 5:22).

Así la paz, nunca viene sola. En todos los casos es producto de actitudes piadosas y en unidad traerán otros bienes.
Aquí el apóstol Pablo comienza con la conjunción "y"... "Y la paz de Dios"...
Esta "y" denota que "la paz de Dios" es "el resultado de lo que precede" (Peter O'Brien - "The Epistle to the Phillipians").
Cada verdad, cada consejo, cada exhortación, va desencadenándose para formar la "paz de Dios" en ti.
Las riquezas de este versículo no están solas. Todo el pasaje, desde el principio del capítulo, está cercanamente entrelazado.

En este pasaje encontramos un manual infalible para disfrutar “un reposo de corazón y tranquilidad de mente” (Arthur Pink - “The Spirit Fructifying”), “serenidad del alma” (“Comentario Bíblico del Púlpito”), “reposo interno” (Everett Harrison - “Comentario Bíblico Moody del NT”).

Cuando nuestro corazón está en turbación, amargura, ansiedad, guerra, podemos acudir a este manual y rastrear el porqué. Siempre la explicación se encuentra en que hemos descuidado uno o más aspectos reflejados en esta sección de Filipenses.

La paz no es una especie de polvo invisible y mágico que podemos pedirle a Dios y que EL rociará sobre nosotros. ¡NO!

El "Dios de paz" (Filipenses 4:9) le da a sus hijos la maravillosa e incalculable gracia de poder acercarse a Su sabiduría a través de Su Palabra. Cuando ellos la ponen en práctica, experimentan en sus almas redimidas que los "caminos" de la sabiduría "son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz" (Proverbios 3:17).
Así fue que Jesús llamó "prudente" a aquel "que oye (sus) palabras, y las hace" (Mateo 7:24).

¿Recuerdas cuando Moisés delante del Mar Rojo clamó a Dios? EL le respondió: "¿Por qué clamas a mí?... Alza tu vara" (Exodo 14:15,16).

Así, es como si Dios nos enseñara a través de este pasaje de Filipenses: "Me pides paz y te preguntas por qué no la tienes. Pídeme mas bien gracia para ejercitar estas actitudes que te hablo aquí, y mi paz vendrá".
Cada conflicto interno, cada crisis, le debe su causa al descuido de uno de estos consejos de Filipenses 4.

Mientras "los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto" (Isaías 57:20); el creyente dice: "tus testimonios son mis delicias y mis consejeros" (Salmo 119:24).

Que cierto, "mucha paz tienen los que aman tu ley" (Salmo 119:165).


Luis Rodas


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