“El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza” (Proverbios 10:5).
¿Qué actitud debe tener el creyente despierto en estos tiempos terribles a los que estamos entrando?
¿Miramos a otro lado?
¿Disfrazamos nuestra apatía, corazón duro e insensible, descuido e irresponsabilidad diciendo que confiamos en la soberanía de Dios?
Ciertamente necesitamos confiar en la altísima soberanía de Dios, pero ¿que actitud tomaron aquellos hombres piadosos en momentos donde la ira de Dios estaba a la puerta?
Dios nos puso en esta época, ¿cómo debemos vivirla?
James Hervey (1714-1758):
“La piedad, tanto en conocimiento como en práctica, nunca estuvo tan difícil de encontrar. Tampoco la lujuria y la inmoralidad estuvo tan presente como en el día de hoy.
Qué decir de nuestros gobernantes. ¿Qué hacen ante el torrente de impiedad en el que nos encontramos? ¿No son, en términos generales, los cabecillas de todas las transgresiones?
Como en la época de la restauración de Jerusalén. Esdras expone los pecados del pueblo y agrega: 'y la mano de los príncipes y de los gobernantes ha sido la primera en cometer este pecado’ (Esdras 9:2).
Gobernantes que abusan de la autoridad que se les confió para mejores propósitos. ¿Podrá su poder salvarles en el día de la visitación?
Los juicios llegarán hasta los pecadores más poderosos y ricos.
En medio de todos estos males acuciantes, ¿nuestra seguridad, silencio y calma no es presuntuosa?
¿No estamos viviendo un espíritu deplorable de estupidez que ciega nuestros ojos y vuelve nuestros corazones insensibles?
¿Quién está llorando por las abominaciones de la tierra?
¿Quién se despierta para invocar a Dios?
Dios no ha cerrado sus puertas, todavía podemos clamar a EL por misericordia. ¿Acaso no nos parecemos demasiado a aquellos hombres en los tiempos de Lot?: 'Comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban' (Lucas 17:28).
Como aquellos hombres que vivían para su bienestar terrenal sin tener en cuenta las advertencias de Noé. Hasta que la paciencia cesó, el diluvio vino y con irresistible violencia se lo llevó todo.
¿No se asemeja nuestra condición a aquellas personas insensatas de las que habló el profeta Sofonías: 'Yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal' (Sofonías 1:12)?
Considera estas cosas hermano. El Señor te permita discernir las señales de los tiempos"
("The Time of Danger”).
Luis Rodas
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