Volviendo al gozo de la salvación - 2ª parte




“Aquel a quien se le perdona poco, poco ama”  (Lucas 7:47).
No es lo mismo alguien que piensa: “Creo en Jesús. Ahora entiendo que Dios existe. El mundo no se puede haber creado de la nada. Yo necesito que Dios me ayude en las cosas que emprendo. ¿Qué tengo que hacer?”
A alguien que en un arranque de locura asesinó a su esposa y ahora está en la cárcel. Su consciencia no para de atormentarlo y de pronto encuentra perdón en Cristo.

“Aquel a quien se le perdona poco, poco ama”
¿Pero esto qué significa? ¿Que hay gente buena que como no ha pecado mucho no puede llegar a valorar mucho la salvación?
¿Qué necesitamos pecar más para que al recibir el perdón valoremos más la salvación?
Por supuesto que no.

Tanto el que se cree bueno como el que consideramos el peor pecador de la tierra NECESITAN EL PERDON DE SUS PECADOS. Sin la misericordia de Dios en Jesús, ambos, se van al infierno.
Tanto el que acaba de asesinar a alguien hace un rato, como cualquiera de nosotros, por más que hoy hayamos vivido en la máxima entrega que hayamos podido tener. AMBOS, hoy dependemos de lo que Cristo hizo.

¿Qué diferencia real había entre el fariseo y la mujer a los pies de Jesús mencionado en Lucas 7?
¿Que el fariseo no era pecador y la mujer sí?
¡NO!
La diferencia es la ceguera. Jesús llamó varias veces a los fariseos “ciegos”.

Dios necesita aniquilar toda nuestra autosuficiencia
Moisés pensó por 40 años que era alguien importante. Necesitó 40 años más para ver que no era nada. Y 40 años más para ver lo que Dios puede hacer con la nada.

Si cada día nos acercáramos al Señor con la máxima sinceridad de lo que hacemos:
1- Tendríamos momentos de desánimo fuertes. Todo nuestro fariseísmo se cae a pedazos. Y pareciera como si el infierno estuviera a punto de abrirse a nuestros pies:
“Y a mis pies el infierno se abrió, y clamé con el alma a Jesús, y al instante la escena cambió, en la hermosa visión de Jesús”.
“La luz en las tinieblas resplandece” (Juan 1:5)

2- Correríamos hacia el perdón completamente inmerecido. Porque si hubiera necesidad de algún tipo de merecimiento nosotros no podríamos conseguirlo.
Nos encontraríamos mereciendo 100% la condenación.
Pero Jesús pasaría a ser nuestro ÚNICO consuelo.

3- La salvación, el perdón en Cristo, la misericordia de Dios, pasarían a ser la pasión de nuestra vida.
NO NOS INTERESARÍA OTRA COSA.
Simplemente porque le debemos TODO.
Mientras no vivimos esto, el Señor puede ser algo así como un complemento de nuestra vida.

David luego de haber pecado con Betsabé escribió un salmo (Salmo 51:7-17).

¿Necesitamos pecar como David para volver al gozo de la salvación?
¿Sólo alguien que ha vivido en drogas, delincuencia, prostitución o algo por el estilo puede vivir una pasión en Cristo nuestro Salvador?
¡NO!
¡Necesitamos humillarnos cada día reconociendo nuestras inmundicias diarias! (Salmo 51:3; 38:3-10)
Entrar a su templo para ver su santidad y así quedar humillados (Salmo 48:9)
Y allí mismo encontrar refugio: Salmo 48:3

Sólo tirados a sus pies, besando y lavando sus pies con nuestras lágrimas, y derramando todo lo que somos, solo así Jesús vuelve a ser nuestro máximo deleite (Salmo 63:1-8).


Luis Rodas


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