Mateo 8:1-4 "Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.
Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos".
El sacerdote restaura al leproso
Levítico 14:1-4 "Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote, y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana la plaga de la lepra del leproso, el sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo".
Todo esto es un símbolo de Cristo y nuestra vida.
Este proceso del sacerdote era para restaurar al leproso con Dios y con el pueblo de Dios, si acaso de alguna manera se había sanado de la lepra.
Levítico 14:4 "Dos avecillas vivas, limpias": el proceso con las "dos avecillas vivas, limpias" continúa en los 3 versículos siguientes:
Levítico 14:4-7 "El sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo.
Y mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes.
Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo".
La ave muerta simboliza la muerte de Cristo y nuestra muerte juntamente con él.
En la sangre de la "avecilla muerta" se mojaba la "avecilla viva”, "cedro, grana e hisopo”.
¿Cómo debían estar esas "avecillas"? "Limpias".
Nuestro glorioso Salvador, que puso "su vida en expiación por el pecado" (Isaías 53:10), dice 2 Corintios 5:21 que "no conoció pecado".
Esa "avecilla" "limpia" que muere simboliza a Jesús muriendo en la cruz. Sin pecado se entrega por nosotros para que nosotros seamos "justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21).
Pero la muerte no lo pudo retener. Y al tercer día resucitó de los muertos, venciendo a la muerte.
Es interesante que William Hendriksen en su comentario de Mateo dice que "los rabinos consideraban la curación de la lepra tan difícil como la resurrección de un muerto" ("Comentario Mateo". Pag. 408).
Pues Jesús sanó nuestra lepra y nos resucitó de entre los muertos a una nueva vida.
¿Esto significa que ya no volvemos a pecar jamás? NO.
¿Esto significa que puedo vivir de cualquier manera total él ya pagó por mis pecados? NO.
¿Esto significa que si peco no necesito pedirle perdón porque ya Jesús pagó por todo? NO.
1 Juan 1:5-10 nos muestra un engaño religioso muy peligroso. Tres veces Juan habla de mentiras:
Primera acusación de mentira
1 Juan 1:5-7 "Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado".
Una señal de que eres hijo de Dios y has nacido de nuevo es que tienes "hambre y sed de justicia" (Mateo 5:6), te duele pecar. Cuando no tienes sensibilidad al pecado es una terrible señal.
Samuel Pérez Millos explica que la lepra produce dos tipos de lesiones: en la piel y en los tejidos nerviosos, y que estas lesiones "producen insensibilidad" ("Comentario Mateo". Pag. 517).
(Efesios 4:17-21).
El avecilla muerta representa que así como Jesús murió, la gracia de Dios produce una progresiva crucifixión de nuestros deseos, pasiones, egoísmo, egocentrismo, etc, etc...
La gracia produce en nosotros una muerte de nuestra "pasada manera de vivir" (Efesios 4:21).
La gracia verdadera se nota porque es un milagro gratuito de Dios que va matando la "pasada manera de vivir" (Efesios 4:21).
Si el Espíritu Santo está en ti la luz de Dios te muestra tu pecado.
No el pecado del otro para que estés continuamente señalando los pecados de los demás. Sino primero el tuyo.
Mañana seguiremos hablando de esto...
Luis Rodas
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