Segunda acusación de mentira
1 Juan 1:8-9 "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".
1:8 "nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros".
Somos rapidísimos para autoengañarnos y justificar nuestros errores.
Adán: "Fue Eva". Eva: "Fue la serpiente". La serpiente no se justifica. La serpiente solo celebra porque estaba detrás Satanás y es él el que gana cuando pecamos y nos queremos justificar a nosotros mismos.
Entra el pecado al mundo y con él la muerte. Y ellos se justifican. (Génesis 3:1-5, 12-13).
Sin embargo en el versículo de 1 Juan encontramos al médico perfecto para todas nuestras lepras:
1 Juan 1:9 "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".
Engañándonos lo único que logramos es arrastrar errores por décadas.
A nuestro ego no le gusta reconocer nuestras lepras sucias.
William Hendriksen explica que "el leproso emite un olor muy desagradable" ("Comentario Mateo". Pag. 406).
A veces nosotros no sentimos el olor que nuestra lepra está largando, pero todos los demás lo huelen y AYYYY cuando alguien se atreve a decírnoslo.
Pero si nos humillamos y lo confesamos "él es fiel y justo", no solo para "perdonar nuestros pecados", sino aun para "limpiarnos de toda maldad (lepra)".
Tercera acusación de mentira
1 Juan 1:10 "Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros".
La Palabra declara claramente que en la raza humana "no hay justo ni uno" (Romanos 3:10) y que nuestra naturaleza humana, carnal, sigue con nosotros intentando oponerse al Espíritu (Gálatas 5:17).
Si lo negamos estamos negando la misma Palabra de Dios.
Cuando nos autoengañamos y justificamos nuestros errores "no nos sentimos tan mal delante de Dios". Pero en realidad a nuestro primer pecado le estamos añadiendo mentira, y el pecado de hacerle
"mentiroso" a Dios.
No necesitamos autoengañarnos
1 Juan 2:1-2 "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo".
Luego de mojar en la sangre de la "avecilla muerta", la "avecilla viva" era soltada en el campo (Levítico 14:7).
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (de todas nuestras lepras)" (1:9).
La avecilla viva sale volando, libre.
Una señal clara de que alguien es un verdadero cristiano es que:
1- se siente mal por su pecado
2- encuentra gozo en el perdón, en su salvación (la avecilla sale volando).
Autoengañarnos, justificarnos, es como ponerle una curita a un cáncer.
La sangre de Cristo es poderosa para limpiar nuestras lepras:
"Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne (y si la sangre de la "avecilla" podía limpiar al leproso), ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" Hebreos 9:13,14.
Seamos sinceros cada día delante del médico perfecto para todas nuestras lepras.
Luis Rodas
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