¿Estás dispuesto a dejarte formar por este Maestro?
Muchas veces luchamos contra el Dios que nos quiere formar.
Salmo 32:8,9 "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti".
Pero el Maestro nos dice: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" Mateo 11:29.
Y aun él aprendió por el sufrimiento: Hebreos 5:8 "Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia".
Tal vez Dios ha permitido que personas hayan cometido errores contigo ¿te alejaste de esas personas resentido?
Tal vez Dios ha permitido que un pastor o alguna congregación cometan errores contigo ¿te alejaste de ellos criticándolos duramente y llamándolos apóstatas y herejes simplemente porque no te trataron como tú querías?
Tal vez Dios te puso en situaciones donde alguien te lastimó ¿viste al Señor detrás de esa situación y hoy en día le agradeces por cómo te enseñó y formó o has dejado que brote alguna raíz de amargura?
¿Te crees mejor que esa persona que Dios usó para trabajar en ti?
¿Le dices al Señor “quiero agradarte y ser como tú” pero cuando trabaja en ti te resientes contra el instrumento que él usa para formarte?
NO estoy diciendo que esa persona no se haya equivocado. Aun Dios puede haber usando a alguna persona con muchos errores de carácter y aun doctrinales.
Estaba mal lo que él hacía, pero Dios usaba sus errores para formarte a ti.
¿Acaso no lo llamas el Señor de tu vida? ¿Tú que hiciste? ¿Saliste corriendo de allí huyendo del trato de Dios contigo?
¿Estoy diciendo que no hay que amonestar sobre errores de conducta o doctrinales?
NO, ¡no estoy diciendo eso!
Pero... ¿estuvo bien lo que hizo Judas? NO.
Sin embargo era necesario que alguien entregara a Jesús.
Pero Judas se fue al infierno.
Y a la vez era necesario que Jesús fuera traicionado (Hechos 1:16,17).
Nos endurecemos contra el martillo sin ver quien sostiene el martillo.
Huimos de todo lo que nos causa dolor, sin entender que, muchas veces, en ese instante estamos huyendo de Dios mismo.
¿Lo entiendes?
¿Quieres seguir a este Maestro formador de discípulos?
Luis Rodas
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