¿Qué haríamos si nos cobrarán dinero por cada palabra que decimos?
ja… Yo creo que todos mediríamos más lo que vamos a decir, ¿no?
Bueno, de alguna manera podemos estar seguros que lo que decimos puede tener un costo.
Quizás no dinero. Pero sin duda si no somos sabios para entender cuando hablar y cuando no, podemos traer muchas malas consecuencias.
Así es que Proverbios 10:19 afirma: “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente”.
Ser prudentes en nuestro hablar es tan importante que la Palabra de Dios lo considera una de las grandes diferencias entre un caminar con Cristo verdadero y un engaño del corazón.
Esto es lo que afirma Santiago: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana” (Santiago 1:26).
En nuestros devocionales a la mañana oremos de todo corazón por ese día, cada día, como David: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová;
guarda la puerta de mis labios” (Salmo 141:3).
Y como en el Salmo 19:14: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti”.
Si estamos con una persona que se la pasa hablando barbaridades o criticando a todo el mundo y quejándose, no vemos el momento de alejarnos de ella.
¿Cuanto más el Dios que “habita en la altura y la santidad” (Isaías 57:15) rechaza el participar de un hablar contaminado?
Dios no sale a caminar junto a alguien con conversaciones infectadas.
¿Quieres profundizar tu comunión intima y diaria con Dios? Cuida tu lengua. Gobierna tu lengua.
Acércate a Dios para limpiar tu corazón y camina con EL mientras trabajas, estudias, realizas los quehaceres de la casa, hablando delante de Dios.
Que tu boca también adore a Dios, y que seas para los demás “grato olor de Cristo” (2 Corintios 2:15).
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